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aparato quedó junto a un árbol. Agotada la munición de las armas largas, ambos utilizaron las pistolas y Paredes reservó los dos últimos cartuchos que le quedaban –tomó esta precaución en el caso de que uno fallase– para quitarse la vida. Sabía bien las torturas y vejaciones que aguardaban a los aviadores prisioneros, y estaba firmemente decidido a no sufrir un calvario similar al del capitán Herráiz79. Y en esa situación, perdida ya toda esperanza de sobrevivir y con el enemigo dispuesto a dar el golpe final, fue cuando apareció la fuerza de rescate que privó a los rifeños de un trofeo que ya rozaban con sus dedos. Paredes alcanzó notoriedad por el suceso y “Arbolito” fue el apodo con el cual sería conocido en Aviación para el resto de sus días. ADIÓS AL RIF El 27 de mayo fue destinado al Grupo de Escuadrillas de Cuatro Vientos, concluyendo así un periplo africano como aviador que se había iniciado casi tres años antes. Sus recompensas materiales por los servicios prestados en el Protectorado incluyeron cuatro cruces del Mérito Militar con distintivo rojo, el distintivo de la Medalla Militar y no menos de tres citaciones como distinguido. El 2 de julio se incorporó a Getafe, afecto al Grupo de Reconocimiento. El 21 de julio de 1925, fue ascendido a capitán de Infantería con antigüedad de 4 de ese mismo mes. El 18 de enero de 1926 participó en el acto de despedida de los tripulantes del “Plus Ultra”, que tuvo lugar en Sevilla, ceremonia que se repetiría también con su asistencia el 4 de abril, esta vez para celebrar el regreso de los aviadores. El 13 de julio quedó clasificado como jefe de escuadrilla, y a finales de agosto fue destinado a la Escuadra de Instrucción en Cuatro Vientos. El 26 de septiembre, se le declaraba apto para asistir a un curso de mandos de Aviación en Los Alcázares. El año 1927 continuó prestando servicio en la Escuadra de Instrucción. Desde mediados de septiembre y hasta mediados de diciembre de dicho año participó en un curso de armamento que se impartió en su lugar de destino. A lo largo de 1928 su situación militar no varió, y se mantuvo al frente de la 2ª Escuadrilla del Grupo de Reconocimiento nº 24 de la Escuadra de Instrucción, simultaneando este cometido con la inevitable y periódica inspección de la instrucción de reclutas. El 15 de septiembre, al quedar disuelta la Escuadra de Instrucción, permaneció afecto a la jefatura de Aviación, hasta que unos días más tarde fue agregado a los Servicios de Instrucción. AYUDANTE DEL JEFE DE AVIACIÓN El evento más importante que le aconteció en 1929 fue su nuevo nombramiento como Ayudante del Jefe de Aviación. En su calidad de tal, acompañó al teniente coronel Alfonso Bayo durante el mes de mayo en su revista de inspección por diversos aeródromos del sur peninsular y del Protectorado. A finales de marzo del año siguiente, las inspecciones les llevaron a recorrer aeródromos en Madrid y Guadalajara. En septiembre de 1930, pasó destinado a Getafe al trasladarse a dicho aeródromo la jefatura de Aviación. El 16 de febrero de 1931, y con motivo de la reorganización del Servicio de Aviación Militar que tuvo lugar el 8 de enero anterior, se dispuso su pase a los Servicios de Instrucción, y el 23 de febrero se incorporó a Cuatro Vientos agregado al Servicio Fotográfico, al objeto de seguir un curso de especialización de conocimientos fotográficos, materia a la que era un gran aficionado. De esta forma y sin saberlo, iniciaba una faceta que marcaría la etapa final de su carrera. El 24 de mayo, con el régimen republicano ya implantado en España, finalizó el curso de fotografía. El 9 de diciembre de ese año, fue destinado a la Jefatura de los Servicios Centrales (Servicio de Información). EL CULTIVO DE UNA VIEJA PASIÓN El 11 de julio de 1933, se desplazó a Melilla para tomar parte en un crucero por el Mediterráneo que llevaría a cabo el Grupo de Hidros, recorriendo el litoral del Levante español, subiendo luego hasta las costas catalanas y de nuevo descender hasta Pollensa, para finalizar recalando Ceuta y Algeciras. El 18 de julio de 1934, y debido a quedar el Arma de Aviación bajo la dependencia directa del Consejo de Ministros, su situación cambió pasando a estar “al servicio de Otros Ministerios”, aunque ello no le hizo moverse de su puesto en el Servicio Fotográfico. CUATRO VIENTOS DESACTIVADO En el momento de producirse la sublevación militar en África, el capitán Paredes desempeñaba el cargo de jefe de servicio en el mencionado Gabinete Fotográfico de Cuatro Vientos. Se encontraba entre los oficiales a los que el jefe de la base –el teniente coronel León Trejo, que había asumido el mando a raíz del asesinato de Calvo Sotelo pocos días antes– ordenó regresar a sus domicilios o bien fueron trasladados en vehículos hasta el Ministerio. Esta orden tenía como finalidad la conjura tanto de la situación de extrema tensión generada dentro del recinto como del peligro creciente generado por turbas de obreros, a los que se había entregado armamento de depósitos militares y que acechaban en el exterior para tomarse la justicia por su mano. En total, de los más de cien mandos allí destinados, entre sospechosos claros o simplemente dudosos de ser proclives a la sublevación, fueron desalojados más de la mitad, según testimonio del propio León Trejo años más tarde. ACTOS CRIMINALES El destino que aguardaba a muchos de ellos fue la persecución y la cárcel, como en el caso de Eusebio, que logró esquivar los registros de los milicianos durante un tiempo refugiándose en la casa de unos amigos. Pero cuando llegó a sus oídos la amenaza de muerte que pesaba sobre sus padres si en 48 horas no se entregaba, se presentó a las autoridades y fue conducido a la cárcel Modelo. A comienzos de noviembre de 1936, se hallaba ingresado en la enfermería de la prisión, al parecer para tratarse viejas heridas de la campaña africana. De allí fue sacado en la madrugada del día 8 de ese mes por individuos 88 Imagen de finales de la década de los veinte, en la que podemos ver al Jefe de Aviación, teniente coronel Alfonso Bayo, y a su ayudante el capitán Paredes, durante una de sus visitas de inspección. (Archivo S. Guillén).


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