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MEMORIAL ARTILLERIA DIC 2013

Hablando de líderes y jefes, reflexiones conexas e inconexas y a veces repetitivas ...el líder no solo destaca, además arrastra, por su carisma, personalidad o autoridad reconocida, a otra serie de seguidores incondicionales... 69 Por así decirlo, en una estructu-ra piramidal, jerarquizada, el jefe es el que está por encima de nosotros. Ha llegado allí por antigüedad, es-tudios o incluso méritos; pero po-dría adolecer de esa personalidad y carisma; no convence, se le obedece y punto; pero no hay sinergia, no hay “feedback” (retroalimentación). La segunda cuestión que me planteo va dirigida a la educación o Iormaciyn de nuestros oficiales y suboficiales ¢qué busca", ¢líderes o jefes?, o ¿tal vez esa unión entre el jefe que lidera y el líder que es jefe? No es un juego de palabras ni una adivinanza. Establecer esa di-ferencia o matiz es lo que busco en estas líneas y, por supuesto, lo que quisiera confirmar es que nuestros jefes son líderes; que se han forma-do en nuestras Academias y han seguido una evolución; de ahí la se-lección y elección en el proceso. BUSCANDO LAS DIFERENCIAS Buscando esas posibles diver-gencias me atrevo a decir que el jefe, caracterizado por la faceta “po-testas”, es una persona que, conci-biendo un propósito lo materializa con órdenes, manda a las personas y es para mí un primer factor dife-renciador con el líder, tal y como se está empleando el concepto, pues éste último no solo manda a las personas, sino que además aconse-ja y guía, las motiva para que hagan suyas esas órdenes y las cumplan con ilusión y convencimiento, “au-toritas” otorgada libremente por sus subordinados. Tiene su propia vi-sión y ésta es atractiva y motivante para otros. Un jefe que atemoriza a sus su-bordinados, que aplica la presión y la amenaza, que se mantiene dis-tante, está abocado a un fracaso en el rendimiento y consecución de sus objetivos. Si despojamos a este jefe de so-berbia, de vanidad, de egoísmo, pero lo mantenemos en esa línea de firmea, serenidad, preparaciyn y motivaciyn, obtendremos la figu-ra del líder, al menos embrionario, si no carismático. Así pues el líder sirve, en lugar de servirse, actúa en beneficio de una colectividad y no al contrario, que podría ser la figu-ra del déspota, del tirano. El matiz para distinguir a un déspota de un líder –además de los métodos- es el carácter moral, la grandeza de miras del líder que adopta un papel de ser-vidor del colectivo, en lugar de ser-virse de los otros en propio beneficio, que es lo que hace el déspota ins-trumentalizando y “objetualizando” a los otros, que no son vistos como personas sino como peldaños en la escalada egoica del tirano, peldaños “a los que, una vez hollados, se les vuelve la espalda sin contemplacio-nes” (verso del poema “Poder” escrito en el libro “Poemas Agrestes” del Dr. César Díaz-Carrera). Sin embargo el líder, con esa pre-sencia física entre sus subordina-dos, con esas palabras de ánimo, con esa preocupación porque se sientan acompañados y apoyados es el que consigue que sus subordinados par-ticipen del objetivo por él marcado, que lo haga su propio objetivo. (l líder no es inÁeible, sabe rec-tificar y reconocer su error el MeIe, en su aureola de superioridad raya-na en la soberbia, jamás reconocerá fallo alguno y lo achacará a la fal-ta de profesionalidad o entrega del eslabón que se ha roto o ha falla-do. 6in que esta afirmaciyn sea un


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