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MEMORIAL ARTILLERIA DIC 2013

Historia Qvadernum Historiae Apuntes sobre la historia de la Artillería (I) La Artillería primitiva La neurobalística y el nacimiento de la pirobalística por D. Carlos J. Medina Ávila, coronel de artillería Una percepción muy extendida entre los artilleros es el des-conocimiento que actualmente tenemos sobre la historia del Arma. Quizá, los planes de estudios de las Academias, centra-dos en los conocimientos científi cos y técnicos, no han pres-tado debida atención a la Historia Militar, aspecto importante de nuestra formación castrense, y fundamento de nuestras tradiciones y de la esencia misma de la profesión militar. La mayoría de nosotros hemos prestado atención a nuestra historia años después, cuando, sorprendidos ante un cuadro existente en nuestra unidad, una anécdota, una noticia perio-dística o una simple conversación entre ofi ciales más “anti-guos”, descubrimos que detrás de nuestros cañones existía “algo más” que los simples reglamentos, que alguna vez tenía su refl ejo en ciertos actos conmemorativos. A lo largo de los próximos artículos de esta sección, trataré de bosquejar nues-tra historia artillera –lógicamente, no de forma exhaustiva–, con la intención de que el lector se anime posteriormente a profundizar en ella. Decía Tomás de Morla en su célebre Tratado de Arti-llería, cuya primera edición se publicaba en 1784, que "La Artillería es tan anti-gua como las querellas de los hombres". Agrupaba así bajo el concepto Artillería, a todas las máquinas que se habían empleado para arro-jar proyectiles a lo largo de la historia: no solo a las que usaban la fuerza de la com-bustión de la pólvora para lanzar proyectiles, sino también a aquellos antiguos ingenios que utilizaron me-dios mecánicos para ello. Cuando los hombres vie-ron que en campo raso eran derrotados fácilmente por otros más fuertes o numero-sos, se protegieron mediante la Iortifi caciyn. +ubo enton-ces que buscar medios para atacar a los enemigos res-guardados. La primera acción que se ideó para apoderarse de un punto Iortifi cado Iue el cerco o sitio, que obligaba a los defensores a rendirse por falta de recursos. Para abre-viar su duración, que se po-día prolongar durante años y que eigía también gran-des recursos a los sitiadores, Arts Tormentaria medieval. Los trabu-cos fueron las únicas catapultas medie-vales cuyo diseño no estaba basado en los de sus predecesoras. En la imagen, dos trabucos de contrapeso: el superior, basado en una famosa ilustración de Viollet-le-Duc, y el inferior en una dibujo datado en el siglo XIII de Villard de Hon-necourt había que apoderarse de la fortaleza a viva fuerza, para lo que era imprescindible aproimarse a sus murallas. Los defensores, por su parte, impedían este acercamiento lanzando toda clase de ar-mas arrojadizas y proyectiles 79 a los asaltantes. El sitiador tuvo así que buscar otros medios que le permitiesen apoderarse de la fortaleza. Se idearon primero ingenios que permitiesen a los atacantes cubrirse y lle-gar a pie de la fortaleza sin grandes pérdidas. Consegui-


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