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MEMORIAL INGENIEROS 90

MEMORIAL DE INGENIEROS N.º 90 90H I S T O R I A Cabe distinguir, dentro de los efectos buscados por el bando atacante, primero, aque-llos de carácter material, los de destrucción del edificio, como fueron los ocasionados por la voladura más importante, la simultánea de las minas primera y segunda. Su resul-tado fue menor del previsto, pues aunque la esfera de compresión (de explosión) afectó totalmente a la imprenta y sus proximidades, causando las inevitables bajas entre el personal de escucha, así como la caída del torreón, la previa y acertada evacuación del resto a zonas más seguras pudo evitar una masacre. Su radio de explosión fue de unos 11 m, y aunque no se conoce su exacta colocación, se supone sería adosada al para-mento exterior del muro, al otro lado de donde se presume estaba situada la imprenta. La acción dentro de la esfera de conmoción (de friabilidad) resultó modificada en sus efectos de remoción y aparición de grietas, pues aunque afectó a una zona del edificio no destruida con anterioridad, en algunos puntos lejanos sí estaba ya resquebrajada y con fisuras por donde pudieran escapar los gases. Como resultado se producirían nue-vos desprendimientos y asientos, como debió ocurrir para las afectadas por la esfera de vibración6. Esta circunstancia de superación de los efectos de la voladura, con la que se reaccionó ante la segunda de las intenciones del atacante, la de carácter moral, no solamente per-mitió la respuesta de los asediados, sino que les infundió una mayor fuerza y decisión. Otro tanto ocurrió, esta vez justificadamente, con la voladura de la tercera de las minas7. Este fue el efecto conseguido una vez explosionada la mina. Pero antes, cuando se des-conocía lo que podía ocurrir, debió causar los mayores sufrimientos, a lo largo, nunca mejor dicho, de los treinta y cuatro días de espera. Como fueron las de varias deser-ciones (con un total de 35) y el malestar general. El saber que no tenían posibilidad de librarse de la mina, a lo que estaban condenados, so pena de rendición, causaría fuertes depresiones y abandonos. Situación de peligro que ya se les venía recordando, de for-ma continua hasta hacer mella, desde los altavoces del parapeto contrario, o durante las visitas del coronel Rojo y el canónigo Vázquez Camarasa8. También lo intentarían a través del diplomático Núñez Morgado. Hasta aquí, todo aquello que pudo corresponder a la guerra subterránea. Pero también hubo otra, igual de importante en otros muchos aspectos, consecuencia de la guerra en superficie. No solamente fueron los sucesos puntuales de las minas, sino también otros casi diarios, incluso antes de producirse el asedio, por lo que es necesario retroceder a… Los acontecimientos en Toledo (17 de julio - 27 de septiembre de 1936) Para la organización, dirección y mando de todos aquellos trabajos relacionados con una Comandancia de Ingenieros a organizar dentro del Alcázar, había sido designado como jefe el teniente Barber. Con este nombramiento, el coronel Moscardó acababa por depo-sitar en él su plena confianza. Tras proporcionarle la necesaria libertad de acción, descar-gaba en su joven persona, además de las funciones normales del combatiente, toda la variada gama de cometidos a que obliga el servicio en Ingenieros en campaña. Manifiesta en sus Memorias que “No podía olvidar que era el único Ingeniero, tenía un Arma detrás de mí, y en estos momentos difíciles sentía la enorme responsabilidad de representarla en medio de aquel plantel de héroes”. También le asignaron otra misión principal, como “encargado, con fuerzas de Falange, de la defensa de un costado del portal...”. El teniente Barber, como todos los pertenecientes al pasado Cuerpo-Arma y muchos de los ingenieros militares contemporáneos, poseía (y poseemos, dejando aparte vanida-des o humildades facultativas, cada uno que elija en conciencia, y limitados, entre otras


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