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REVISTA HISTORIA MILITAR 117

210 JOSÉ MANUEL GUERRERO ACOSTA torre Mahan para sobrepasar las fortificaciones británicas, los ingenieros norteamericanos sufrieron menos bajas que los franceses en Yorktown sen-cillamente porque casi nunca esperaban que sus zapadores terminaran los trabajos para asaltar. Después de excavar algunas trincheras, se iniciaba el fuego mediante artillería pesada. A continuación se consideraba preferible arriesgar las vidas de algunos soldados en peligrosos ataques, antes que es-tablecer un asedio lento, que traía como consecuencia problemas disciplina-rios y muchas bajas por enfermedades. De este mismo modo, Gálvez para su ataque contra Panzacola escri-bía en octubre de 1780: «La conservación de la tropa es mui importante y también lo es en América, para este fin, que las operaciones sean vivas y breves, porque la lentitud quita mucho tiempo y la intemperie se lleva mu-cha gente ... si hemos de perder cien hombres en ocho días para su expugnación los fuertes enemigos los perdamos más bien en dos y ganamos el tiempo.» Por ello, como sus colegas norteamericanos, prefería lanzar a sus hombres al ataque lo antes posible, pues sabía que las enfermedades tro-picales producirían igual número de bajas si se alargaban las operaciones. La importancia del empleo de municiones incendiarias (las llamadas “balas rojas”) se pondría en evidencia muchas veces, contra unas fortifica-ciones construidas con materiales combustibles. Todo el bajo Misisipí había pasado a manos españolas. El mismo año Matías de Gálvez, padre del Gobernador de Luisiana, se puso al frente de las operaciones en Centroamérica, reconquistando San Fernando de Honduras y San Jorge en Belize. El papel jugado por las milicias fue muy importante en todas las operaciones. Estas tropas habían mejorado su eficacia después de las reformas de 1765, permitiendo que las unidades veteranas pudieran actuar fuera de las ciudades y plazas principales, y tomando parte ellas mis-mas frecuentemente en estas operaciones. El propio Bernardo declaró estar muy contento de la conducta de los milicianos de Luisiana durante las ope-raciones en el Misisipí. El siguiente enemigo por proximidad era La Mobila, una posición clave para la ciudad de Pensacola. Deteniéndose solo para hacer los prepa-rativos indispensables, Gálvez embarcó a sus tropas el 11 de enero de 1780 en doce navíos, dos fragatas y diez barcos menores, y puso vela hacia Mo-bila. Al mismo tiempo el gobernador envió un oficial a La Habana solicitan-do dos mil hombres adicionales de tropas regulares. Pero Gálvez tenía que Revista de Historia Militar, 117 (2015), pp. 210-230. ISSN: 0482-5748


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