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REVISTA HISTORIA MILITAR 117

EL ATÍPICO VERANO DE 1914: VIEJAS DECISIONES EN LAS… 43 VI. EL SALTO AL VACÍO (28 DE JULIO–4 DE AGOSTO) “Todos los Estados reducidos a polvo, todos los trabajos interrumpi-dos, todos los fuegos del hogar vueltos hacia arriba, y un único grito de dolor de una frontera a otra. Cada poblado será un holocausto, cada ciudad una pila de escombros, cada campo, un campo de cadáveres, y la guerra seguirá haciendo estragos”. BERTHA VON SUTTNER (1843-1914) La llegada de la guerra a los Balcanes acercaba la necesidad de mo-vilizar los ejércitos de los Estados europeos y, por extensión, la posibilidad de que la inestabilidad y la sensación de inseguridad del sistema internacio-nal significaran un casus foederis que pusiera en marcha las alianzas. Con el paso de las horas y los días desde la tarde del 28 de julio, los gobiernos europeos protagonizaron una actividad diplomática frenética94 a fin de que la situación no desembocase en una guerra generalizada de fatales conse-cuencias, presionados por las acciones de aquellos Estados que de mane-ra inminente fueron decidiendo entrar en acción. Tal fue el caso de Rusia, donde solo el zar parecía ya dudar sobre la pertinencia de la movilización general, hasta que a las 5 de la tarde del día 30 ésta fue decretada para el día siguiente. De nada sirvió la apelación a la solidaridad monárquica, un recurso de la política exterior vacío de contenido desde hacía décadas, en la correspondencia intercambiada entre “Willy” y “Nicky” –Guillermo II y Nicolás II–, en la que ambos monarcas se exhortaban mutuamente a agotar todas las vías pacíficas posibles antes de recurrir a la violencia95. En este mismo sentido pacificador, hay que referirse a dos iniciativas diplomáticas procedentes de Berlín y Londres que hasta el último momento trataron de apostar por la paz; dos iniciativas que, pese a que tenían una alta probabilidad de fracasar desde el principio dado el clima enrarecido que se había apoderado de las relaciones entre las potencias europeas, denotan has-ta qué punto las potencias europeas llevaban tiempo acostumbradas a salvar a Europa de la guerra y en qué medida no era predecible, y mucho menos inevitable, el desenlace final de la Crisis de Julio. 94  Una actividad que muchas veces estuvo dificultada por la saturación de las redes telegráficas y la descodificación de los mensajes cifrados. HASTINGS, Max: op. cit., p. 105. 95  BORN, Karl E.: op. cit., p. 259; JOLL, James: op. cit., p. 19. Revista de Historia Militar, 117 (2015), pp. 43-56. ISSN: 0482-5748


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