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LA PATRULLA ELCANO El segundo gran vuelo de nuestra Aeronáutica Militar, fue a Filipinas. Tres aviadores militares españoles, el comandante Carrillo y los capitanes M. Esteve y Loriga, entre otros, viajaron a París en 1924, para traer doce aviones Potez XV, que España había comprado a Francia. Al dar por terminada su misión en Madrid, el comandante Carrillo comentó a sus pilotos: “Esto que acabamos de efectuar es solo un paseo, tenemos que abordar en un futuro próximo un largo viaje, como ya lo han hecho aviadores de otros países”. Poco tiempo después moría en acción de guerra en Marruecos el comandante Carrillo. El capitán Joaquín Loriga con la colaboración del capitán Rafael Martínez Esteve siguió adelante con el plan sugerido por Carrillo. El proyecto de Loriga y Esteve, pretendía demostrar que la Aviación Española “se encontraba en condiciones de emular las glorias de la extranjera, que la prensa tanto celebraba”. En los primeros días de agosto de 1924, se inician los estudios preliminares para llevar a cabo el viaje. Como los aviones elegidos, Breguet XIX, eran monomotores con trenes de aterrizaje de ruedas, los pilotos pensaron que había que hacer el vuelo sobre tierra o sobre pequeñas extensiones de mar, por lo que centraron su atención en Extremo Oriente. De los pueblos de aquellas latitudes “ninguno de tantas diversas sugerencias como las Islas Filipinas, descubiertas e incorporadas a la civilización por nuestros gloriosos navegantes, archipiélago en el que perdura –empezó su separación hace un cuarto de siglo– vivo y ferviente amor a España” decían en la memoria que dirigieron como proyecto del viaje al General Soriano, director de la Aeronáutica Militar. Los argumentos en que basaban Esteve y Loriga la oportunidad del raid eran el aumento de prestigio nacional que reportaría y la conveniencia de que España mostrara al mundo “el grado de perfeccionamiento de la técnica aeronáutica y el entrenamiento de sus pilotos y navegantes”. El sentido simbólico bastaba para justificar por sí solo el objeto del viaje. Y esa era la primordial intención de aquéllos que con tesón y entusiasmo lo habían proyectado. Los estudios, las gestiones y el inevitable papeleo fueron demorando los pasos, y aunque en un principio se proyectó el viaje para la primavera de 1925, la autorización no se obtuvo hasta mucho más tarde. Finalmente, quedó ultimado el proyecto que presentaron a la superioridad. Se trataba de un viaje aéreo que sería llevado a cabo por una patrulla de dos aviones biplazas, con el trayecto de Madrid a Manila, por el norte de África, sur de Asia para desde China saltar a las islas Filipinas. En la memoria presentada a la superioridad del viaje aéreo, se aportaban datos meteorológicos, lugares de escala, permisos diplomáticos para sobrevolar y aterrizar en distintos países, así como las condiciones que deberían reunir los aeroplanos y otros detalles acerca de la empresa que se proponían realizar. El viaje, favorablemente acogido por la superioridad, supuso la adaptación a los dos últimos aviones 116 Salida de la Patrulla Elcano de Cuatro Vientos


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