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AEROPLANO 29

señalar como, a veces, los que protagonizan los hechos no son los promotores iniciales (casos Barberán-Plus Ultra, Estévez Manila, etc.), y se cite a los heroicos inspiradores (capitán Boy, capitán Carrillo y otros caídos en Marruecos), sin que las simpatías políticas contrapuestas afecten a la formación de tripulaciones (Franco-Ruiz de Alda, Gallarza-Estevez, Barberán-Collar etc.). Por otro lado, la imagen del comandante Franco, con sus luces y sombras, se proyecta como paradigmática de aquellos lanzados/visionarios aviadores, cuyo increíble valor y carácter aventurero puso en segundo plano el brillo de su altísimo espíritu militar, profesionalidad y disciplina. Por ello, hay que decir que Ramón no es el prototipo de los aviadores militares de la época, afirmación muy difundida que, por extensión, perjudica la imagen de todos. De ahí que incluyamos aquí una escueta semblanza de su conflictiva trayectoria. Recordemos que Ramón Franco y Julio Ruiz de Alda, ocuparon el número uno de los empleos de coronel y comandante en los escalafones anuales del Ejército del Aire hasta los años setenta. Con su sobriedad característica se dice: Franco Bahamonde, Ramón. PO (Piloto y Observador de Aeroplano) MM y MA (Medalla Militar y Medalla Aérea). Nacimiento: 3-11-96. Ingreso en el Servicio: 28-8-11. Antigüedad: 28-10-38. Destino o situación: piloto Vuelo Plus Ultra España- Argentina, su antigüedad en el empleo coincide con el día de su fallecimiento en acto de servicio, ya que al regresar a la aviación nacional fue habilitado como teniente coronel. Desde que ingresa en la Academia de Infantería (1911) hasta su impacto mortal en el Mediterráneo pasan sólo 26 años, (que coinciden con el primer cuarto de siglo de la Aviación Militar española) de los que sólo 18 vivió como piloto (promoción de 1920) y que incluso podrían ser menos de una docena, si contamos las separaciones del servicio y los años de dedicación política y diplomática. Lo cual no quita que fuese un gran profesional y un “manitas” reconocido y admirado por todos sus compañeros (lástima –como dijo Prieto– “que se haya rodeado de la canalla extremista”). “Chacal” (como se le apodaba), por su eficacia en la Infantería africana, obtuvo la Medalla Militar por su actuación en la 1ª Escuadrilla de Marruecos y la Aérea y llave de gentilhombre por su vuelo transoceánico. Fue enemigo acérrimo de Primo de Rivera, antimonárquico compulsivo, anarquista republicano y admirador del Régimen soviético. Nunca tuvo “carnet” de partido (ni CNT, ni FAI, ni PC), aunque fuera reconocido masón (curiosamente en la logia “Plus Ultra” de París) y diputado a Cortes por la Esquerra Republicana del coronel Maciá. Su actividad revolucionaria le llevó a prisiones militares, militancias exacerbadas (Asociación Militar Republicana), conspiraciones (sublevación de Cuatro Vientos), exilios (Lisboa, París) y efímero primer jefe de la Aviación Militar a la proclamación de la 2ª República (director general de Aeronáutica, 72 dias). Además, volaba y escribía y tenía una agitada vida personal (con dos matrimonios, un divorcio y una hija reconocida) y, tras su apartamiento diplomático, (a su incorporación a la contienda civil) valeroso jefe de las Fuerzas Aéreas de Baleares (“en la guerra no hay mal tiempo”). Una vida tan apretada y contradictoria requeriría muchas páginas para un juicio ecuánime, así que renunciamos al mismo y nos limitamos a apuntar telegráficamente lo dicho y algunas pistas con influencia en las efemérides que consideramos. El capitán Franco formó parte de la “gran promoción” de 1920, espigando entre los 95 seleccionados de todas las Armas encontramos un sinfín de nombres importantes, que no nos resistimos a citar ahora: Eduardo González Gallarza, Alejandro Gómez Spencer, Carlos Sartorius, J.R.y D de Lecea, Felipe Acedo, Jacobo Armijo, Lacalle Larraga, José Melendreras, Rafael Martínez Esteve, Carlos Pastor, Joaquín Boy, Rafael y Antonio Llorente, Joaquín Loriga…y, tenientes de Intendencia, Ignacio Hidalgo de Cisneros, Manuel Cascón Briega y Antonio Camacho Benitez. Citamos sólo estos como individualidades que, en frase de Gomá, ilustran la “tendencia a atribuir lo bueno o lo malo que hace un individuo a la aviación, englobando a todos los aviadores en lo que fue uno o varios de los componentes”. Y esto vale para Franco. Especializado en hidroaviones, acompañó con su Do-Wal el raid a Canarias de la patrulla Breguet del comandante Delgado Blackembury (1924) y participó en el desembarco de Alhucemas cuando ya planeaba, con el capitán Mariano Barberán, superar el periplo del portugués Gago Coutiño en su salto a América del Sur, con Rada, su mecánico de confianza y compañero de fatigas. Barberán, “al que quería como un hermano” lo dejó “compuesto y sin novia” y le sustituyó Ruiz de Alda. El Franco escritor –y escritor de éxito– se inicia al publicar en Espasa-Calpe “De Palos al Plata” en el mismo año, 1926, del raid. ¿Cuándo se inicia su deriva extremista? Es difícil de puntualizar, pero lo que está claro es que utilizó la pluma como presunta aclaración de sus errores y como arma política por lo que basta con repasar su obra escrita para revisar sus muy controvertidas actuaciones. Aparte de sus prólogos (“Viento del Sáhara” de Núñez Maza) y publicaciones en forma de artículos u opúsculos en periódicos libertarios (“La tierra” y “Solidaridad obrera”), la primera narración larga que sigue a la del Plus Ultra es “Águilas y garras”. Este segundo libro trata de justificar: el fracasado vuelo del Dornier-16 “Numancia”, cadena de despropósitos que no acabaron con la vida de la tripulación gracias a la intervención de la fragata inglesa “Eagle” y a la resistencia del “barco volador” (junio 1929). El libro apareció y fue secuestrado cuando ya “el comandante de Infantería y jefe de escuadra del Servicio de Aviación” había sido sancionado y pasado a la “situación B” (que suponía su expulsión; sus argumentos, al igual que los de su compañero Romero Basart en “Buitres” y el anónimo comandante Icarus en “La novela del Dornier 16” no hicieron más que añadir leña al fuego de la escandalosa personalidad del héroe del Plus Ultra. El siguiente libro, “Madrid bajo las bombas”, fue escrito por el anarquista Julian Gorkin, con ánimo de ayudar a la financiación del exilio parisino –por cierto aliviado inicialmente por las 2.000 pts de su hermano “Paco”– que siguió a la fallida sublevación de Cuatro Vientos (15-XII-1930). Ramón redactó sólo la dedicatoria y el prólogo, con las ya habituales proclamas incendiarias y consideración de posibles “daños colaterales” –niños en el Palacio Real– de las bombas que, según algunos, no se habían cargado. Finalmente, su libro “Decíamos ayer”, un volumen de 480 páginas, que firma en Barcelona con un “y decimos hoy…” el 14 de enero de 1932, es una auténtica antología de documentos sobre las persecuciones de que fue objeto y una retahíla inacabable de infundios sobre muchos de sus compañeros aviadores. Trata de justificar sus actuaciones, tanto en el plano militar como político, pero no pasa de ser un cotilleo de ilustres, con diatribas para todos. Interesante por el morbo que provoca, pero 12 Como curiosidad cabe recordar, que una Ley de 1932 (12-XII) sobre el reclutamiento de la oficialidad, cita por primera vez el “ Arma” de Aviación, a continuación de las cuatro tradicionales. Se producen enormes bandazos en la entidad y nombramiento de mandos que muestran un panorama cuanto menos “pintoresco” lo que no obsta para nuevos empeños aéreos singulares


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