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AEROPLANO 29

LA PATRULLA ATLÁNTIDA En diciembre de 1926, se inicia un nuevo y magnífico vuelo que había de llevar a nuestros aviones desde Melilla al Golfo de Guinea. El objetivo previsto era alcanzar Guinea, colonia muy alejada de la metrópoli. Realmente poca gente conocía aquel territorio, a excepción de los que allí residían por destino o intereses comerciales, soportando duras condiciones de vida y teniendo por todo enlace con España un buque que empleaba más de un mes en el trayecto. Era Guinea, una región cuyos límites se conocían casi exclusivamente por los acuerdos internacionales que los fijaban; pero que apenas se habían transitado sus espesas selvas, ni se conocían con exactitud sus accidentes geográficos, ni la localización de los poblados del interior. Se carecía de una cartografía mínimamente fiable, pues la que existía se había levantado a partir de datos verbales. Por ello, el raid se proyectó con una triple finalidad: estudiar un posible futuro enlace aéreo, hacer más cercana la presencia de España a los españoles residentes en Guinea y realizar el levantamiento fotográfico del territorio para mejorar la cartografía. El raid se planeó con fines militares, políticos y científicos, prescindiendo en él de todo aspecto deportivo. Se pensó que esta gran empresa aeronaval a Guinea fuese realizada con tres hidroaviones Dornier Wal, este vuelo fue propuesto por el comandante Llorente. Además participaría una patrulla terrestre, propuesta realizada por el comandante Pastor y formada con aviones terrestres diseñados y fabricados en España y otro vuelo directo de un solo avión terrestre, propuesto por el capitán Barberán, desde Sevilla a Bata. La patrulla terrestre, haría el trayecto en seis etapas, con una ruta de unos 6.950 km., y sería mandada por el comandante Ángel Pastor. Para el vuelo directo la tripulación estaría formada por los capitanes Barberán y González Gil. El 20 de diciembre, pensaba Pastor efectuar la salida, pero hubo que retrasarla a enero por demora en la preparación de las pistas de aterrizaje en Monrovia y otros lugares del África Occidental, obligando finalmente estas dilaciones a suspender el proyecto, por la llegada de la época de las lluvias que al convertir en barrizales los campos, hacen irrealizable el viaje. El proyecto de Barberán, de 4.000 km. sobre regiones inexploradas, desérticas y donde, en caso de avería, no tenían ni el recurso de poder aterrizar, fue calificado como hazaña sin precedentes. El avión escogido para el viaje era un Loring RIII, especialmente preparado con depósitos auxiliares y que dispondría para navegar tan sólo de brújula y sextante. El día 18 de diciembre fue el día escogido para la salida pero, por problemas de batería primero y posterior mal funcionamiento del carburador tuvieron que retrasar la salida. Reparada la avería salen y al llegar a Torrejón de Velasco muy cerca de Getafe una rotura del motor les obliga a un aterrizaje de emergencia. Retrasan cuatro semanas el vuelo para disponer de nuevo de luna llena imprescindible para la travesía del Sahara, pero al igual que a la patrulla terrestre, la llegada de las lluvias, imposibilitó realizar el vuelo. Para preparar el viaje de los hidros, dos meses antes del vuelo el capitán Alejandro Más, recorrió en barco todo el Tripulantes de la Patrulla: comandante, R. R. Llorente, capitanes T. Vives, M. Martínez Merino, A. Llorente, Cipriano Grande, N. Rubio, I. Jiménez Martín y 122 A. Cañete. Radiotelegrafista sargento L. Navarro. Mecánicos soldados; A. Naranjo, Juan Quesada y M. Madariaga.


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