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rato bombas hasta 500 m media hora”. Estas anotaciones no aclaran la naturaleza de la prueba que realizaron y sorprende que, caso de haberse realizado un auténtico bombardeo el día 24, Vives no lo anotara en sus cuadernos. Tras el incidente de Ríos y Barreiro, había cierta impaciencia en la Escuadrilla por iniciar las acciones ofensivas y buena prueba de ello es la correspondencia que, tanto Vives como el general Marina y otros Jefes, despacharon reclamando las bombas Carbonit que estaban retenidas en la frontera de Irún y que con tanto interés esperaban recibir. Considerando que la última fecha contrastada reclamando las Carbonit es el 21 de noviembre, es poco probable que éstas hubieran llegado a Tetuán en la fecha citada por Kindelán (día 24) y pudieran ser lanzadas frente a Lausien, a menos que estuvieran haciendo pruebas con otro tipo de bombas. PROYECTILES DE CAÍDA PARA ARROJAR DESDE AEROPLANOS Y PRIMER BOMBARDEO Hay que reconocer, en lo que se refiere a la interpretación de la historiografía relativa a los procesos de adquisición y llegada de las bombas Carbonit al Ejército español, que de forma reiterada y rutinaria se han manejado datos sin contrastar, menos aún se ha recurrido a las fuentes relevantes de información primaria de la época e incluso, en no pocas ocasiones, se ha prescindido de la lógica y del sentido común. Sobre este asunto, en el Archivo General Militar de Segovia se conservan documentos de vital importancia para desentrañar el origen de las primeras bombas que utilizó la 1ª Escuadrilla Expedicionaria en África a finales del año 1913. La realidad que se desprende de la documentación consultada es, como claramente veremos, radicalmente distinta de la versión más generalizada e inexplicablemente aceptada. El primero de los documentos es un oficio, con membrete de la Aeronáutica Militar, que el capitán Herrera dirige al Jefe de la Sección de Ingenieros, general Carlos Banús, que se reproduce fielmente: Excmo. Señor: Teniendo conocimiento de que una expedición compuesta de 24 cajas conteniendo 140 proyectiles de caída para arrojar desde Aeroplanos, de ellos 110 con carga, destinada al Servicio de Aviación militar, se halla detenida en Irún en donde está consignada al agente de transportes D. Ricardo Costa, tengo el honor de solicitar a V.E. sea ordenado el transporte a gran velocidad de dicha expedición desde Irún al Sr. Coronel Director de Aeronáutica de Tetuán. Dios guarde á V.E. muchos años. Cuatro Vientos, 4 de nobre de 1913 El Capitán Jefe de Aviación Emilio Herrera Excmo. Señor Gral. Jefe de la Sección de Ingenieros del Ministerio de la Guerra. A partir de esta petición, se suceden una serie de escritos sobre el mismo asunto: el día 7, el Ministro de la Guerra, teniente general Ramón Echagüe y Méndez Vigo, ordenó al Capitán General de la 6ª Región con residencia en Burgos, teniente general Carlos Espinosa de los Monteros, que se sirviera ordenar el transporte urgente de los proyectiles de caída para arrojar desde aeroplanos. El día 15, el teniente coronel José Mª de Soroa y Fernández de la Somera (de la Sección de Ingenieros) confirma por telegrama a su general (Banús) la orden cursada por el Ministro al Capitán General de la 6ª Región. Finalmente, el Comandante en Jefe del Ejército en África, teniente general Marina, dirigió al Ministro de la Guerra el siguiente telegrama fechado el día 21 de noviembre: “Convendría activar despacho y remisión urgente Tetuán cien bombas para aeroplano procedentes de Alemania detenidas Aduana Irún por ser materias explosivas”. Sabiendo que las primeras Carbonit empleadas en Marruecos fueron importadas de Alemania sólo resta despejar, si ello es posible, el proceso de adquisición. En un planteamiento lógico cabría la posibilidad de que fuera Kindelán el que se interesara y tramitara la compra de las bombas. Está acreditado que en el mes de agosto de 1913 Kindelán encargó al Infante y a Barrón la realización de gestiones conducentes a la posible adquisición de bombas y visores en la casa Carbonit. Estas gestiones encajan perfectamente en el tiempo, puesto que la expedición de las 24 cajas conteniendo los proyectiles de caída para arrojar desde aeroplanos estaban retenidas en Irún con seguridad al menos desde el día 4 de noviembre, una fecha perfectamente compatible con los trámites de compra, que pudieron ser realizados en los meses de agosto o septiembre. En cuanto a la fecha en que se realizó el primer bombardeo, examinadas las hojas de servicios de Cifuentes y Barrón, está anotado que ambos “volaron sobre Ben-Karrik los días 14, 15 y 17 de diciembre de 1913 arrojando, el último día, 4 bombas sobre dicho poblado con éxito”, información que es coincidente con los partes de Operaciones de Campaña y también con lo anotado por Vives en sus cuadernos al despachar con el general Aranaz “jueves 18, tarde Cuatro Vientos, general Aranaz, bombas”. Estos datos refuerzan la tesis de la persona que mejor conoce la Aviación Militar de aquella época, el coronel Warleta, que siempre ha mantenido que fue el día 17 de diciembre de 1913 cuando se efectuó el primer bombardeo en operaciones de guerra con auténticas bombas de aviación, misión llevada a cabo por los capitanes Barrón y Cifuentes sobre avión Lohner-Pfeilflieger. A finales del año 1913 los aviadores españoles se estrenaron en la modalidad de hacer la guerra arrojando a mano, desde sus aeroplanos, las primeras bombas diseñadas para ser lanzadas desde los aviones con o sin la ayuda de un visor. Era el comienzo de la guerra aérea que emergía imparable y la prensa española de la época se hizo eco de este gran acontecimiento, difundiendo la noticia con un error de concepto, en el sentido de confundir el lanzamiento de bombas de aviación a mano con “que los aviadores empiecen dentro de pocos días a utilizar las bombas de mano”77. Lo más probable es que Vives cesara sencillamente porque llevaba muchos años en el cargo, con el inevitable desgaste que esto implica y porque había varios jefes que empujaban con fuerza 61 > Nieuport IV-G


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