CERVANTES SOLDADO DE LA INFANTERÍA ESPAÑOLA 225 Cuando en primavera la Armada está dispuesta a partir hacia el mar griego, como se había convenido, la escuadra española tiene que cambiar de planes por la deserción de Venecia y la consiguiente ruptura de la coalición, aunque las fuerzas vaticanas siguen junto a las españolas. La escuadra pre-parada era muy notable con más de ciento cincuenta galeras para transporte de una numerosa y selecta tropa de Infantería. Reunido don Juan de Austria con su Consejo para decidir cómo y dónde plantear la nueva campaña se resuelve que en vez de perseguir a Uluch Alí que, vista su estrategia, no ofrecía ocasión de luchar, era mejor acudir a las tierras del norte de África cuyos reinos, vasallos del sultanato turco, como corsarios se dedicaban a atacar las costas y capturar las naves cristianas y así se decide tomar Túnez, contra el parecer del marqués de Santa Cruz que opinaba que Argel, por su importancia, era el lugar clave para destruir. Consultado Felipe II dio su conformidad a la operación, aunque otra vez se echó el tiempo encima y habían perdido los mejores meses de la primavera y gran parte del verano para llevar a cabo la acción. Las órdenes del rey a su hermano eran muy concretas: debía tomar la plaza, devolver el trono a Muley Hamet, destronado por su hermano vasallo del sultán turco Selim, y destruir las fortificaciones de la ciudad y de La Goleta. Probablemente la intención de don Juan era distinta pues abrigaba la idea, respaldada por el papa, de crear un reino cristiano en el norte de África cuya corona ceñiría él mismo; esto explica que en contra de las instruccio-nes recibidas conserve las fortificaciones dejando a su partida, en el mes de noviembre, una guarnición mandada por don Pedro Portocarrero cuyos hijos, casualmente, están entonces relacionados en Madrid con las hermanas del escritor. La escuadra, con don Juan al frente, estaba compuesta por ciento cua-tro galeras, cuarenta y cuatro naves de gran porte, doce barcones, veinticin-co fragatas y veintidós falúas y la tropa de Infantería rozaba los veinte mil hombres, auxiliados por gran aparato de artillería, municiones, buen número de bueyes para trasladar en tierra las máquinas de asalto y caballos de apo-yo. Entre los soldados de Infantería del tercio de don Lope de Figueroa se hallaba la compañía de Ponce de León de la que formaba parte Miguel de Cervantes. La llegada se produjo la noche del día ocho de octubre y fue tal el pánico que causó en la ciudad la llegada de don Juan con la Infantería espa-ñola que toda la población, incluido el rey, Muley Hamida, y sus genízaros turcos encargados de la defensa huyeron a las montañas y se rindieron sin combatir. Fue tan fácil la conquista que a primeros de noviembre ya había regresado la flota con las compañías de Infantería a Palermo y Nápoles para invernar hasta el año siguiente. Revista de Historia Militar, 115 (2014), pp. 207-242. ISSN: 0482-5748
REVISTA HISTORIA MILITAR 116
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