Page 230

REVISTA HISTORIA MILITAR 116

230 MANUEL FERNÁNDEZ NIETO y socorrer a los sitiados. Sale desde allí la flota pero el mal tiempo impidió realizar una rápida acción y, pese a las tentativas de llegar a las costas afri-canas, deben refugiarse en Trapani, hasta que llega la noticia de que el 13 de septiembre ha caído la capital y ya no procede una expedición de socorro. Se responsabilizó del desastre a don Pedro de Portocarrero, el jefe de la guar-nición, por haberse refugiado dentro de la fortaleza y no haber presentado batalla a campo abierto pese a disponer de soldados de Infantería de probada competencia en otras campañas militares. Conocemos el juicio que merecía el comportamiento del general de La Goleta por parte de don Juan, gracias a la carta del 3 de agosto de 1574, antes de la derrota, dirigida al virrey de Nápoles, el cardenal Granvela, en donde lo descalifica diciendo: «Por poco soldado tuve siempre a Don Pedro de Puertocarrero y así lo he escrito a S. M. más de una vez; pero no pensé jamás que llegara a tal punto esta tacha, para un Alcaide de fuerza (fortaleza) tan importante, que dejara tan presto y tan fácilmente avecinar así al enemigo, encerrándose desde luego entre sus murallas, y de quien empieza tan encogidamente no sé qué debamos prometernos … y no sé, digo todavía, cómo en tan breve tiempo pueda temerse tanto al enemigo, que tengamos aquello casi por perdido, aunque tenga sus baterías en gran punto: todo puede ser, y no solo puede ser, más aún es justo temer y creer lo peor, para prevenir el mayor daño; mas no sé si para tan cruda resolución como abandonar al fuerte de Túnez es aún tiempo, mayormente no pudiéndose hacer sino casi con pérdida de la mayor parte de nuestra gente, y habien-do de quedar la otra tan perdida y desanimada, que dudo sería de provecho en otro lugar. Muchas y no pequeñas dificultades veo en esta resolución».36 Muy distinta es la opinión de Miguel de Cervantes que, aún sin intervenir, fue uno de los soldados de Infantería preparados para el socorro de los asediados y, por tanto, observador directo de los pormenores de la expedición. Es indudable que el escritor ya gozaba de la confianza de sus superiores, como se observa en las cartas de presentación que más adelante le entregan, y, por tanto, estaría informado como soldado de Infantería aven-tajado de las diferencias que se suscitaban entre los distintos mandos desde 36  Simancas. Secretaría de Estado, leg. 450. Rodríguez Marín, F.: op.cit., pág. 240. Actualizo la ortografía. Revista de Historia Militar, 115 (2014), pp. 207-242. ISSN: 0482-5748


REVISTA HISTORIA MILITAR 116
To see the actual publication please follow the link above