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REVISTA HISTORIA MILITAR 116

302 JESÚS RUIZ DE GORDEJUELA URQUIJO flanqueo, envolviendo al enemigo por la izquierda, cerrándole la retirada en Cuajimalpa, mientras el propio Allende perseguía de frente, no sin llamarle falsamente la atención por el norte. En la mañana del 30 de octubre de 1810, una división de avanzada al mando de Abasolo mandó una carga a van-guardia de los realistas para reconocer la fuerza de resistencia del enemigo. Los irregulares insurgentes sostuvieron su avance de frente y tras la tercera descarga realista, logró descomponer la columna. Plano de la batalla de Las Cruces, 1810. Coloreado por Magdalena Juárez a partir de una ilustración del siglo XIX A las ocho y media de la mañana las tropas dirigidas por el coronel Trujillo recibieron un buen socorro. El virrey Venegas había tenido noticias de su desesperada posición frente a Cuajimalpa y le envió dos piezas de artillería de a cuatro libras, servidas por marinos al mando del teniente de Artillería, Juan Bautista de Ustóriz, y cincuenta dependientes a caballo de las haciendas de Gabriel de Yermo con trescientos treinta sirvientes negros, antiguos esclavos liberados por Yermo años antes. Por otro lado, el capitán Ignacio Allende no se amedrentó y formó a sus tropas en orden de batalla. A la izquierda colocó a las cinco mejores compañías procedentes del Regimiento de Celaya, del Regimiento Provin-cial de Valladolid y del Batallón de Voluntarios de Guanajuato; por la dere-cha formó a su propio Regimiento de la Reina y a los Dragones de Pátzcua- Revista de Historia Militar, 116 (2014), pp. 283-314. ISSN: 0482-5748


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