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entrenamiento que se les dio y la oportunidad que se les brindaba, se fueron superando todos los problemas que entorpecían el vuelo de la Patrulla Águila. Empezamos tratando de resolver la mejor asignación posible de los puntos de la formación entre los voluntarios más experimentados y que en mi opinión se adaptarían mejor a un puesto específico. El piloto que más me preocupaba a la hora de hacer una buena selección era el que tenía que hacer de “solo”. En él recaería la responsabilidad de volar las maniobras más arriesgadas con un solo avión y de coordinar con el grueso de la formación, que yo mandaría, los diferentes cruces y reuniones. También, en algunas figuras, tendría que hacerse cargo de otros puntos para lo que tendría que volar, no sólo con la brusquedad no exenta de finura que requieren los “ges” positivos y negativos que soporta el piloto que vuela de “solo” en sus espectaculares evoluciones, sino también con la suficiente precisión y habilidad que le permitiese, maniobrando con suavidad, dirigir a otros puntos de la formación a los que lideraría mientras se estaba realizando, por ejemplo, una reunión de dos formaciones en el menor tiempo posible. Su vuelo tenía que hacerse con la máxima suavidad de mandos para que los puntos fuesen cómodos mientras mantenían la formación cerrada. Tendríamos que trabajar juntos en la tabla inicial que planificásemos, introduciendo al mismo tiempo los cambios e innovaciones que la experiencia que fuésemos acumulando nos dictase con el paso del tiempo. Entre los voluntarios que se habían presentado para volar en la patrulla estaba el capitán Eugenio Ferrer, ayudante del coronel director, al que todos teníamos conceptuado como un gran piloto. Eugenio tenía la particularidad de que siempre conservaba la sangre fría (tenía fama de bajar de volar con el mono de vuelo seco, no sudado como todos los demás), además, yo conocía por otros compañeros de su antigua unidad, el Ala 14 de Los Llanos, en Albacete, que se trataba de un profesional excepcional y que había hecho algunas demostraciones de “solo” con el Mirage F-1. Pensé que sería el más apropiado para el puesto y una vez que se lo propuse lo aceptó de inmediato. Con Eugenio también conseguíamos mejor acceso al coronel director a la hora de mantener una comunicación más fluída con el mando, pues presumíamos y no nos equivocamos, que íbamos a necesitar mucha ayuda en el futuro. Sería el “Águila 5”, A-05, aunque en la primera exhibición de Jerez de la Frontera que se realizó con tan solo 4 aviones voló como “Águila 4”. Las diferentes obligaciones de Eugenio no siempre le permitían volar en los compromisos que nos iban surgiendo durante aquellos primeros días, por lo que iba dando doble mando a otros pilotos que lo tuvieron que sustituir en diversas ocasiones. Algunos de aquellos pilotos que volaron ocasionalmente el puesto de “solo” en sustitución de Eugenio fueron el capitán Luís Bordallo, alias “Pampus”, el capitán Ernesto Villanueva, “Mickey” y el capitán Enrique Pérez Fraces, que pasó a ocupar definitivamente el puesto vacante cuando Eugenio marchó a otro destino. “Quique” fue otro gran “solo” que aportó, entre otras, la figura llamada “Arriba España” que consistía en volar medio “looping” invertido soportando los ges negativos necesarios para llevar el morro del avión desde la posición de vuelo invertido a la vertical, alcanzando de nuevo a la posición de vuelo recto y nivelado en la cumbre de la figura. Hoy en día el “solo” de la Patrulla hace el looping invertido completo. Todo tiene un principio y una evolución que permite a los nuevos componentes asimilar y mejorar lo aprendido de los pilotos que los precedieron en el puesto. Es esta la auténtica herencia que se transmite entre los diferentes pilotos que han pasado por la Patrulla. A partir de la temporada del 88, Quique Pérez fue sustituido por uno de los nuevos tenientes que habían sido destinados a la AGA, Pablo Guillén García, “Espi”. Pablo volaría como “solo’ durante dos temporadas y años más tarde volvería de nuevo con las canas de comandante para hacerse cargo de la Jefatura de la Patrulla Águila en la temporada 2001-02. Como punto dos, “Águila 2”, volaría el capitán Francisco Javier Polo. A “Chito” lo conocía desde los años de alumno en la AGA pues compartíamos una misma afición: los saltos de trampolín, especialidad en la que conseguimos el oro en diferentes ediciones de los campeonatos deportivos que periódicamente se celebraban entre las Academias Militares españolas; también habíamos coincidido en la B.A. de Gando volando el F-5. El punto dos, A- 02 tiene que ser muy fino con los mandos de vuelo para mantener la formación, ya que pegado a él volará el “superpunto” derecho. Tiene que hacer las correcciones muy pequeñas y amortiguar en lo posible los movimientos bruscos que el jefe de la formación pudiera producir en alguna maniobra. Además, la buena memoria y la letra de Chito lo convirtieron en la persona idónea para, desde el principio, ejer- 155 Desde el principio la mayor preocupación fue, evidentemente, la seguridad de vuelo. Pero no solo por el temor de poner en riesgo la integridad física, sino porque había el convencimiento de que, al menor incidente el sueño de crear una patrulla acrobática en España se esfumaría y pasaría a ser historia


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