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REVISTA GENERAL DE MARINA ABRIL 2015

TEMAS GENERALES En este tiempo, estalló la Revolución Francesa, y España, en virtud de los borbónicos Pactos de Familia, se posicionó claramente contra ella. Como parte de la empresa contra la Francia revolucionaria, se autorizó el corso contra sus buques. El conde de Cifuentes, gobernador de Menorca, autorizó la salida, el 15 de abril de 1793, del primer corsario menorquín de este período, el jabeque Es Gall, de José Tuduri. Pero este nuevo episodio corsario se saldó con una actividad bastante pobre (unos siete u ocho barcos) y pocos resultados económicos reales. Parece que la escasez coyuntural de hombres de mar y la falta de artillería en los almacenes del Arsenal no permitieron que la actividad corsaria llegase a los niveles de períodos anteriores. — 1798-1802. Última dominación inglesa. La última dominación británica, entre 1798 y 1802, marca el fin del corsarismo menorquín del siglo XVIII. En estos pocos años, como señala el tratadista Tomás Vidal Bendito, «de nuevo el puerto de Mahón se convirtió en nido de corsarios de cuyas presas participaban, por disposición del gobernador inglés, hasta las monjas de clausura de Mahón». Pero, una vez más, la reconquista de la isla por las armas españolas asestó un golpe, esta vez casi definitivo, a la actividad corsaria isleña. Corsarios del siglo xIx y final del corsarismo En el siglo XIX, recuperada la isla por España en la Paz de Amiens, se producen los últimos coletazos de la lucrativa actividad que comentamos. En los convulsos primeros años del siglo, con cambios constantes de alianzas, España autoriza el corso contra Inglaterra entre 1806 y 1808, en los años en que nuestra amistad con Francia y nuestra supeditación a los intereses de Napoleón nos costaba la derrota de Trafalgar. sin embargo, en este breve período, la actividad corsaria no tiene nada que ver con la del siglo anterior, pues solamente se arman contra los británicos unas siete embarcaciones. Quizás lo más notable fue la presencia de un corsario menorquín en el Báltico y el mar del Norte, con una balandra adquirida en Copenhague por el capitán y piloto de la matrícula de Mahón Francisco Martorell Llisart. Cambiadas las tornas, y después de la invasión de España por el Corso, con mayúsculas, se autoriza el corso, con minúsculas, precisamente contra Francia en los años de 1808 y 1809. Y por último, la nueva invasión francesa protagonizada en 1823 por los Cien Mil Hijos de san Luis da lugar al último episodio corsario menorquín y español. Las acciones corsarias, sin embargo, son muy escasas en estos períodos y no están tampoco bien documentadas, aunque, a pesar de todo, hay constancia de que en el último episodio, en 1823, se hicieron a la mar hasta 14 barcos que 414 Abril


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