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REVISTA DE SANIDAD DE LAS FAS OCT DIC 2013

Componentes psicológicos de la adaptación subacuática Sanid. mil. 2013; 69 (4) 233 ciada a inmersiones operativas explica aproximadamente el 25% de varianza de la disminución de rendimiento en tareas psicomotoras, el 30% en tareas perceptivas y el 35% en las intelectuales42,44–51. El buceador autónomo aprovecha deficientemente sus capacidades, en especial las de tipo intelectual, disminuyendo su habilidad y posibilidad para adaptarse a los cambios situacionales durante la inmersión o para afrontar posibles emergencias, por tratarse de la base cognitiva que dirige la conducta. Por su parte, la activación psicofisiológica y la ansiedad experimentada en inmersión tienen origen multifactorial. Un estimulo ambiental apropiado, determinada activación fisiológica y una interpretación cognitiva con valoración negativa pueden producir una reacción emocional de diferente intensidad, sin que la relación entre los componentes estimulares, fisiológicos y cognitivos sea unidireccional, pudiendo cualquiera de ellos estar en el inicio del aumento de la activación52–54. La ansiedad puede ser una reacción emocional funcional y adaptativa en el medio subacuático, contribuyendo a la supervivencia al provocar activación y preparar al buceador para estar atento y dispuesto para reaccionar de forma racional y lógica, pero también puede convertirse en factor decisivo para la pérdida de autocontrol. Conforme el nivel de ansiedad se eleva, puede favorecer efectos disfuncionales y reducir las posibilidades de reacción individual, al interferir con la capacidad para procesar información, mantener la vigilancia, resolver problemas y tomar decisiones adecuadas ante un incidente amenazador55. Un nivel intenso de ansiedad, producido por la percepción de que las demandas de la situación superan los recursos disponibles, puede favorecer la reacción de pánico y la pérdida de autocontrol con respuestas instintivas y primarias de bloqueo o escape, cuyas complicaciones desadaptativas sólo desaparecen en superficie y fuera del agua52,56,57. Para poder aprovechar las capacidades humanas y los recursos personales en este medio hostil, además de la evaluación previa de aptitud, son necesarios distintos mecanismos y procesos de adaptación psicológica. Entre éstos sobresalen la formación y entrenamiento, el control emocional, el manejo del nivel de ansiedad y estrés, el empleo de sentidos alternativos a los habituales, la regulación del trabajo respiratorio, el aprendizaje de procedimientos de seguridad y emergencia o de prevención de riesgos con objeto de mantener durante la práctica del buceo un estado psicológico idóneo para hacer frente a las demandas ambientales52,58–60. Las posibles consecuencias de la incidencia de los factores de estrés presentes en el medio subacuático y de las deficiencias generales de adaptación son los variados tipos de accidentes de buceo que se esquematizan en la Tabla 1, en función de la fase de inmersión y los procesos explicativos implicados. La prevalencia de los accidentes de buceo es baja, como se indica en el registro histórico de accidentes de buceo, iniciado en 1970 por el Centro de Buceo de la Armada; por tanto, se trata de una actividad profesional generalmente segura, aumentando el riesgo en su faceta de práctica deportiva61. Pero cuando se producen, los accidentes suelen ir revestidos de gravedad; en la distribución de los accidentes tratados en dependencias de la Armada española la enfermedad descompresiva (80-85%) supera a los barotraumatismos62. Aunque los accidentes disbáricos pueden parecer temas alejados, por su relación básica con procesos mecánicos, bioquímicos o biofísicos y por producirse en un ambiente inhabitual para el ser humano, actualmente se admite que en ocasiones pueden intervenir factores psicológicos con influencia decisiva. Al investigar los accidentes de buceo se suelen analizar factores muy variados; algunos están relacionados con el equipo de buceo, como suministro inadecuado de aire, fallo de regulador, inundación de equipo o dificultades de flotabilidad; otros factores son de tipo ambiental, como las condiciones poco familiares o adversas, heridas, enredos e hipotermia, entre otros; y también se contemplan factores humanos, como falta de experiencia o de entrenamiento, errores de atención o de juicio, fatiga o ansiedad63–66. El buceador tiene disminuida su capacidad general para afrontar las emergencias subacuáticas, debido al escaso aprovechamiento de sus aptitudes bajo el agua; de forma complementaria, los niveles elevados de ansiedad y de respuestas de estrés en el medio subacuático pueden influir en dificultad para el mantenimiento del autocontrol, aumentando el riesgo de accidente. Estas modificaciones aptitudinales y emocionales pueden estar presentes en cualquiera de los accidentes de buceo, pero su influencia es más evidente en los de tipo biomecánico y biofísico, en los que predominan las reacciones instintivas de supervivencia en buceadores poco experimentados o con elevado rasgo de ansiedad; también pueden estar relacionados con problemas de tipo biofísico en buceadores con experiencia, que confían en exceso en sus capacidades, aumentan su aceptación de riesgo o relajan su estado de alerta36,66–71. Tabla 1.  Clasificación cronológica y fisiopatológica de los accidentes de buceo. Clasificación Mecanismo Tipo de accidente Superficie Incidencias acuáticas Traumatismos. Hidrocución. Ahogamiento. Hipotermia. Contaminación. Descenso Primarios o mecánicos Aumento de presión ambiental sobre espacios aéreos del cuerpo. (Ley de Boyle). Barotrauma (BT): Oído, Facial, Senos paranasales, Pulmonar. Fondo Secundarios o bioquímicos Aumento de presión parcial de los gases. (Ley de Dalton). Intoxicación: O2, CO, CO2. Narcosis: N2. Aumento de solubilidad de los gases. (Ley de Henry). Acumulación progresiva de N2 disuelto en sangre y tejidos. Ascenso Primarios o mecánicos Disminución de presión ambiental sobre espacios aéreos del cuerpo. (Ley de Boyle). Barotrauma (BT): Oído, Senos paranasales, Dental, Gastrointestinal, Pulmonar. Secundarios o biofísicos Presencia de burbujas de N2 tisulares o intravasculares. (Leyes de Dalton y Henry). Enfermedad descompresiva (ED): Tipo I y Tipo II.


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