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REVISTA DE SANIDAD DE LAS FAS OCT DIC 2013

MB. Salinas Granell, et al. viscerales de terminación fatal. Es transmitida por insectos flebótomos y se caracteriza por la parasitación de las células del sistema fagocitario del hospedador1. Es una parasitosis canina con una doble repercusión: por un lado en salud pública, dado el carácter zoonótico de la enfermedad, y por otro en veterinaria, en la que por su notable incidencia, dificultad del diagnóstico precoz y relativa falta de eficacia del tratamiento, constituye una enfermedad altamente problemática. En Europa se presentan de forma endémica dos formas de leishmaniosis: cutánea y visceral, aunque con baja prevalencia, ambas producidas por el parásito Leishmania infantum (LI). En España, la prevalencia media de la parasitación puede situarse entre el 5-10% de la población canina, llegando alcanzar el 25% en algunas zonas de la cuenca mediterránea y el 50% en el archipiélago canario (Figura 1) 1. Los flebótomos, y más específicamente Phebotomus perniciosus y Phebotomus ariasi, son los únicos vectores biológicos demostrados de Leishmania infantum2. Pese a esta información, los datos que manejamos en la sección de análisis clínicos, parasitología y epidemiología del Centro Militar de Veterinaria de la Defensa (CEMILVETDEF), sobre las zoonosis especificadas en la Instrucción Técnico Sanitaria (ITS) 03/20073, nos muestran que los efectivos caninos de nuestras Fuerzas Armadas (FFAA) padecen una prevalencia a LI muy distinta a la que padecen los «perros civiles». Así, nos encontramos que de 923 muestras analizadas4 mediante inmunofluorescencia (IFI) frente a LI, se obtuvieron positivas con una titulación 1:200 (n=50; 5,41 %), dudosas con una titulación 1:100 (n=36; 4,02%) y negativas con una titulación 1:50 (n=837; 90,6%). Cabe destacar que la prevalencia de aparición de la enfermedad en el efectivo canino de las FFAA está decreciendo anualmente, siendo de 2,25% en el año 2011. En la actualidad existe un debate creciente sobre los recursos en la sanidad militar. Por tanto se debe plantear cómo deben ser manejados estos en la atención de los animales de interés militar. 250 Sanid. mil. 2013; 69 (4) Por una parte nos encontramos con que las necesidades de salud del animal en el perro de trabajo militar (PTM), son muy numerosas, y por otra, que los recursos financieros para salud son limitados. Esta disyuntiva que se nos plantea no tiene una solución fácil, máxime cuando se trata de una zoonosis. Para realizar este trabajo hemos tenido en cuenta la definición que sobre la economía de la salud propugna Baly y colaboradores al afirmar que: «Es la ciencia que estudia la distribución de los escasos recursos disponibles para obtener el máximo rendimiento posible, medido a través de la mejoría en los indicadores de cantidad y calidad de la salud»5. Nuestro fin principal es mantener sanos a nuestros perros de trabajo militar (PTM), para tratar de aumentar la operatividad disminuyendo las pérdidas que originarían enfermedades evitables, tanto si evolucionan con sintomatología aparente como si lo hacen de forma inaparente (subclínica), en ocasiones con escasa mortalidad, pero ocasionando elevadas pérdidas económicas como es el caso de la LI. Hay que objetivar los gastos que consideramos fijos en un PTM, para que desempeñe su función y sea operativo. Gastos que lleva asumiendo Veterinaria Militar hasta la fecha con medios humanos y recursos materiales y que son los siguientes: –  Valor del animal en origen. –  Pruebas diagnósticas de compra. –  Programa de vacunación. –  Programa de desparasitación. –  Programa preventivo antivectorial. –  Programa diagnóstico de la Instrucción Técnica Sanitaria 03/2007. –  Programa de alimentación. –  Programa de atención clínica veterinaria. –  Programa de adiestramiento. A estos gastos, tendríamos que añadir los nuevos programas preventivos a considerar: –  Vacuna contra la leishmaniosis canina, 2012. CaniLeish® (Virbac). –  Tratamiento de la enfermedad, 2012. Leisguard® (Esteve). Figura 1. Distribución geográfica de la Leishmaniosis visceral.


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