EDITORIAL - La anatomía patológica y las nuevas dianas terapéuticas en la lucha antineoplásica

REVISTA DE SANIDAD DE LAS FAS OCT DIC 2013

Sanid. mil. 2013; 69 (4) 229 EDITORIAL La anatomía patológica y las nuevas dianas terapéuticas en la lucha antineoplásica La importancia de los estudios anatómicos al principio, los histológicos después y los moleculares actualmente, en la terapia antitumoral ha estado siempre fuera de toda duda. Su repercusión e importancia ha ido, como no podía ser de otra manera, en paralelo con la evolución de los conocimientos en estos campos y a la capacidad de observación de los eventos que componen el proceso neoplásico. La identificación macroscópica de un tumor y sus características anatómicas constituyeron la primera diana terapéutica y su extirpación quirúrgica el único tratamiento posible. La posibilidad de hacer estudios microscópicos en el tejido, hace algo más de cien años, abrió un campo de investigación que culmino a mediados del siglo XIX con los hallazgos de Virchows, quien aplicando la teoría celular «Omnis cellula e cellula» de Schleiden y Schwann a la patología, basó en la célula enferma el origen de la neoplasia y por ende, se constituyó ésta en la nueva diana terapéutica. Los tumores diferían unos de otros por la morfología de sus células, esto suponía un comportamiento diferente, lo que condicionaba a su vez su tratamiento. Un tumor compuesto por células bien diferenciadas tenía un crecimiento más lento y autolimitado, generalmente era un tumor poco agresivo o benigno, su extirpación quirúrgica sin mas suponía la curación completa, mientras que un tumor poco diferenciado era mas agresivo y con frecuencia tenía capacidad de extenderse a tejidos vecinos y alejados, en estos casos su extirpación era prácticamente imposible y por ello había que buscar nuevos tratamientos. Por tanto, el estudio de la célula, su origen y su diferenciación, dio lugar a los distintos tipos histológicos de tumores y estos subtipos conformaron las bases de los tratamientos, es decir se convirtieron en las únicas dianas terapéuticas disponibles hasta hace muy pocos años. El desarrollo de la inmunohistoquimia aplicada al estudio de los tumores fue un avance decisivo a la hora de individualizar tipos tumorales, lo que condujo a la realización de tratamientos quimioterápicos más precisos, pues la detección, por estos métodos, de proteínas especificas de extirpe celular, las relacionadas con la diferenciación, o el ciclo celular y las más recientes, proteínas anómalas que se originan durante el proceso neoplásico, ha supuesto un enorme avance en la lucha antitumoral. De manera que la detección de estas proteínas en los tejidos neoplásicos, facilita el diagnostico tumoral preciso, muchas de ellas tienen valor pronóstico y algunas, cada vez mas, constituyen dianas terapéuticas de la mayor importancia. Hoy en día a los cánceres de mama se les estudia, además de la expresión de receptores estrogénicos o de progesterona que determinaran de forma decisiva su tratamiento, la expresión de C-erb2, proteína de membrana perteneciente al grupo de los receptores del factor del crecimiento epidérmico y molécula señalizadora del estímulo mitótico, de manera que su expresión permite un tratamiento con anticuerpos monoclonales frente a esta proteína en los canceres en los que se detecta de forma generalizada en sus células. Hoy en día sabemos que el proceso neoplásico tiene su base en un trastorno del aparato genético de la célula, es decir una lesión en un determinado gen induce la formación de una proteína anómala, generalmente relacionada con la división celular, que es responsable de un comportamiento patológico de esta célula. También sabemos que para que una célula se transforme en neoplásica no basta con una sola lesión génica y que estas lesiones son enormemente variadas, a veces muy diferentes entre los distintos tipos de tumores, lo que a su vez es responsable de la complejidad neoplásica. Por tanto la búsqueda de dianas terapéuticas tiene que estar necesariamente relacionada con los trastornos genéticos que inducen la transformación tumoral y en el proceso de detección de estos trastornos, la anatomía patológica actual tiene un papel esencial. Las nuevas dianas terapéuticas en el cáncer se hallan por tanto, en los procesos genéticos que conducen a la transformación tumoral y su identificación se realiza bien por vía molecular, es decir detectando el trastorno genético, mutaciones, delecciones, traslocaciones, inactivación de genes, etc, o por la vía de la expresión de proteínas anómalas, producto del trastorno génico previo, cuya identificación es por inmunohistoquimia, ambos procesos de identificación de dianas, la molecular y la inmunohistoquímica son complementarios y han tenido un enorme desarrollo en los últimos años. En un esquema básico de la oncogénesis, la célula normal puede sufrir un daño en su ADN, daño que puede ser heredado o adquirido. Este daño, en general es reparado por las proteínas codificadas por genes reparadores del ADN, sin embargo el fracaso de estos genes permitirá no sólo el mantenimiento de la mutación, sino también la posibilidad de adición de nuevas mutaciones. Si estas mutaciones tienen como consecuencia la activación de oncogenes (estimulan la división celular) o la inactivación de genes supresores (inhiben la división celular), el ciclo se descontrolará y como consecuencia de ello se origina un crecimiento celular atípico. La aparición de nuevas mutaciones, por la que la célula tumoral adquiere capacidad invasiva, junto con la inactivación de los mecanismos de apoptosis, que conducirían a las células hacia una muerte programada, y el aumento de actividad telomerasa, que conferirá a la célula tumoral «inmortalidad » convierten a dicha célula en una célula de crecimiento incontrolado e ilimitado. La progresión tumoral ulterior dependerá de la respuesta inmunitaria del paciente, la formación de un subclón metastásico y la capacidad de estimular la angiogénesis por parte de las células tumorales. Pues bien todos estos procesos están controlados por genes y sus proteínas: protooncogenes, genes reparadores, genes supresores, genes que controlan la apoptosis, los que controlan la capacidad metastásica o aquellos que codifican proteínas relacionadas con las cadenas de trasducción de señales desde la membrana al núcleo celular; todos ellos son posibles dianas terapéuticas y algunos de estos están ya consolidados como tales.


REVISTA DE SANIDAD DE LAS FAS OCT DIC 2013
To see the actual publication please follow the link above