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MEMORIAL INFANTERIA 63

12 ses, cuando sus húsares y los lanceros polacos, arremetiendo a los ingleses por la espalda, dispersaron a la brigada, cogiéndole cañones, 800 prisioneros y tres banderas. Ráfagas de un vendaval impetuoso y furiosos aguaceros unidos al humo de las descargas, habían impedido ver con claridad y por eso pudieron los jinetes enemigos pasar por el flanco sin ser vistos. Algunos polacos, llevados del triunfo, se embocaron por entre las dos líneas que formaban los aliados, y la segunda línea inglesa, creyendo ya rota a la primera, hizo fuego sobre ella y sobre donde estaba Blake, aunque afortunadamente se descubrió luego el engaño. En tan apurado instante se sostuvo sin embargo un regimiento de la brigada de Coulbourne, dando lugar a que Stewart pudiese contraatacar al mando de la otra brigada. El general Zayas, con los suyos, se empeñó por segunda vez en la lucha, peleando valerosamente. El combate se había trabado por toda la línea, luchándose en el frente primitivo y en el puente de La Albuera. Dudoso todavía el éxito, cargaron en fin al enemigo las dos brigadas de la división de Cole, mientras una portuguesa, bajo el general Harvey, se movió por entre la caballería francesa y la derecha de las lomas, sobre cuya posesión principalmente se peleaba, y la otra, que conducía Myers, se encaminó adonde Stewart batallaba. A poco, Zayas, animado en vista de este movimiento, arremetió en columna cerrada arma al brazo, y hallábase a diez pasos del enemigo a la sazón que, flanqueado éste por portugueses de la brigada de Harvey, volvió la espalda, y arremolinándose sus soldados, y cayendo unos sobre otros, en breve fugitivos todos, rodaron y se atropellaron la ladera abajo. Su caballería, numerosa y superior a la aliada, pudo solo cubrir repliegue tan desordenado. Repasó el enemigo los arroyos, y se situó en las eminencias de la otra orilla, asentando su artillería para proteger en unión con los jinetes sus deshechas y casi desbandadas huestes. No los persiguieron más allá los aliados, cuya pérdida había sido considerable. La de solos los españoles ascendía a 1.365 hombres entre muertos y heridos, entre estos don Carlos de España. Los portugueses perdieron 363 hombres, los ingleses 3.614 y 600 prisioneros, pues los otros se salvaron de las manos de los franceses en medio del bullicio y confusión de la derrota. Perecieron de los generales británicos Houghton y Myers, quedó herido Stewart, Cole y otros oficiales de graduación. Contaron los franceses de menos 8.000 hombres; murieron de ellos los generales Pepin y Werlé, y fueron heridos Gazan, Maransin y Bruyer. Ver: CARO, Juan. *** Nació en La Habana en 1772, ingresando muy joven como cadete en el Regimiento de Asturias. En 1790 se hallaba en Ceuta y estuvo a punto de perecer en el terremoto ocurrido en esta ciudad. Después peleó en el Rosellón contra los franceses y en 1805 sirvió en la Toscana a las órdenes del general O’Farril. En la Guerra de la Independencia estuvo presente en las principales acciones. Después de la dispersión que sufrieron las tropas del general Cuesta en Cabezón, el 12 de junio de 1808, en la que intervino como mayor general, se reunieron los restos del ejército en Benavente, donde el teniente coronel Zayas se esforzó en instruirlos, componiendo el llamado Ejército de Castilla, formado por el Regimiento de la Reina, Guardias de Corps y Carabineros Reales. En la batalla de Medellín, el 28 de marzo de 1809, era coronel jefe del Regimiento de Jaén, ganando en ella el ascenso a brigadier. A las órdenes del general Cuesta intervino en las batallas de Talavera y de Ocaña, mandando una de las divisiones de infantería. En la batalla de La Albuera mandó la 4ª División del 4º Ejército, a las órdenes de Blake, junto con Lardizábal y Ballesteros, ganando en ella el empleo de mariscal de campo. En 1811 recuperó la ciudad de Cuenca y más tarde combatió en la batalla de Sagunto y fue hecho prisionero en Valencia y conducido a Francia, sufriendo dos años de calamidades. Puesto en libertad en 1814, poco después fue ascendido a teniente general y nombrado virrey del Perú, cargo al que renunció. Entre 1816 y 1817 fue capitán general de Castilla la Nueva. En 1820 juró la nueva Constitución, y dos años después fue elegido diputado por La Habana. Al año siguiente, siendo capitán general de Castilla la Nueva, se produjo la entrada en España del ejército del duque de Angulema. El 20 de mayo se presentó en Madrid la vanguardia al mando del general Bessières, pretendien-do entrar en la capital, pero el general Zayas le comunicó que tenía concertado con Angulema un tratado de capitulación y que de ningún modo le permitiría la entrada. Bessières llegó a apoderarse de la puerta de Alcalá y verjas de Retiro, siendo desalojado por Zayas mediante un brillante ataque a la bayoneta que dieron los granaderos del Regimiento de Guadalajara, acabando por ponerle en


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