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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 127

LA PRESENCIA NAVAL ESPAÑOLA EN LA EXPEDICIÓN A COCHINCHINA destacados a la zona, y llegados a ese punto, Ruiz de Lanzarote fue relevado por el coronel Palanca, hábil conocedor de este tipo de guerra por haber operado repetidas veces en joló, y al que el general del Ejército y notable historiador Luis Alejandre Sintes considera el hombre clave de la expedición en una documentada y espléndida obra (3). Para ocupar la bahía de Turana hubo que librar acciones muy reñidas y conquistar tres líneas fortificadas. El combate de Mi Thy, por ejemplo, duró dos días, durante los que los annamitas, armados con lantacas, formaron una línea artillera con elefantes. En el ataque y voladura de los fuertes del río se distinguió notablemente el vapor Elcano, al mando del capitán de navío josé Luis Lozano, comandante en jefe de la Marina española en las operaciones. Esta conquista se completaría luego con la de la entera península de Tong Hai Dai —donde se emplazaba el fuerte del noroeste de la bahía de Turana, que cubría el camino a Hué—, en cuyas acciones participó el vapor Don Jorge Juan, al mando del capitán de fragata Eugenio Aguera, buque que había sustituido al destartalado Elcano. El final del conflicto parecía próximo; sin embargo, las exigencias de la guerra en China obligaron al mando francés a desplazar sus medios militares hacia el norte y a tomar la decisión de evacuar Turón. Aplazada así la ocupación de Annam, la permanencia en la península de los 1.500 soldados españoles habría perjudicado los intereses franceses. De ahí la decisión de Page de que, al tiempo que se evacuaba Turón, regresara a Manila la mayor parte del cuerpo expedicionario español, del que solo quedaron 200 soldados, acantonados en Saigón para defender diversas posiciones fortificadas (4). Con la evacuación cesaron temporalmente las hostilidades y en Annam se declaró una tregua que se mantuvo varios meses, mientras la guerra en China proseguía. Para España esto supuso un triste adiós a sus posibilidades de conseguir ventajas territoriales, si es que alguna vez las ambicionó. En cuanto a Francia, la paz era un alto en el camino, un paréntesis durante el que distraer a la corte annamita mientras la guerra proseguía en China, y negociar un tratado de paz con el siniestro emperador Tu-Duc. La evacuación de Turón, considerada un triunfo por los annamitas, elevó notablemente la moral de sus tropas, así que la posición de Saigón, con los 200 soldados españoles como destacamento, se hacía cada vez más insostenible. Ante la creciente amenaza de los ataques del enemigo, la guarnición aliada ocupó la pagoda de Clochetons, pero los cochinchinos contraatacaron, lo que dio lugar a una prolongada defensa que los aliados consideraron uno de los hechos de armas más brillantes de la campaña. En estas acciones participó la falúa española Soledad y se distinguieron los tenientes de navío Ignacio Fernández y Lázaro Araquistáin. (3) La guerra de la Cochinchina. Cuando los españoles conquistaron Vietnam. Edhasa, Barcelona, 2004. (4) Francia tomó esta decisión unilateralmente, sin el consentimiento previo del gobierno de España, aunque esta conducta, por más que carezca de justificación, quizá obedeciese a la lentitud y dificultad de las comunicaciones con la Península y a la autonomía de hecho con que estaban acostumbradas a obrar las autoridades españolas en Filipinas Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 103


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