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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 127

CENTENARIO DEL ARMA SUBMARINA (1915-2015). FUNDAMENTOS HISTÓRICOS... no puede pasar inadvertida para España que tantos puntos vulnerables presenta en sus extensas y accidentadas costas (…). Pero lo que es indudable, lo que no admite ya duda, es que el torpedo y la mina son armas eficacísimas en la defensa de sus costas». De la importancia que Miranda otorgó a los submarinos como fuerza naval da notoria y concluyente cuenta el hecho de que determinase construir nada menos que 28 unidades de esta clase (38). y, por si esto fuera poco — como ya quedó expuesto—, y con el deseo de incorporar cuanto antes buques de este tipo a la Flota, para evitar en parte el previsible prolongamiento de los plazos de construcción introdujo muy certeramente un artículo adicional al texto de la ley de 17 de febrero de 1915 que le autorizaba para adquirir por gestión directa «hasta cuatro sumergibles y el material necesario para las enseñanzas y prácticas El almirante don Augusto Miranda y Godoy (1855-1920), marino ilustre de España, cinco veces ministro de Marina (Museo Naval de Madrid). del personal que ha de dotarlos y un buque especial de salvamento». Así consiguió en un tiempo récord —apenas dos años y en plena guerra— constituir el núcleo inicial del Arma Submarina con cuatro unidades operativas que formaron escuadrilla en 1917. Su inteligente y decidido impulso abarcó también la plena organización del «servicio en submarinos», regulando las condiciones profesionales del personal de la Armada (39) que debía dotarlos —tanto oficiales como subalternos—, previendo asimismo la creación de una escuela para su instrucción y (38) No obstante estas previsiones, los submarinos a la postre incorporados a la Flota se redujeron a dieciséis, cuatro de ellos adquiridos a otras naciones (uno a EE.UU. y tres a Italia) y doce construidos en España: los submarinos B1-B6 tipo «Holland», y los C1-C6, todos ellos salidos de Cartagena, fabricados por la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN), que en aquella época gestionaba los astilleros de Ferrol y Cartagena y los talleres de artillería de La Carraca (San Fernando), entre otras factorías e instalaciones en España. Sin embargo, las previsiones del plan en lo que a las unidades de superficie se refiere se cumplieron íntegramente. (39) Fomentó los destinos en submarinos y, por otra parte, la formación de los oficiales de la Armada como pilotos de aviación —a través del Servicio de Aeronáutica Militar del Ejército, que contaba con el aeródromo de Cuatro Vientos, escuela de aviación militar donde se instruían—, anticipando así sin duda la creación de la Aviación Naval, que nace formalmente por real decreto de 15 de septiembre de 1917 (Gaceta de Madrid núm. 265, de 20 de septiembre), siendo ministro de Marina el contralmirante don Manuel de Flórez, su sucesor y uno de Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 59


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