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55 Javier Jordán La campaña de ataques con drones en Yemen McChrystal, en aquel momento jefe de las fuerzas de Estados Unidos e ISAF en Afganistán, afirmó que “el poder aéreo contiene las semillas de nuestra propia destrucción si no lo utilizamos responsablemente”. McChrystal aludía a las víctimas civiles que estaban causando los ataques aéreos de apoyo a las tropas terrestres en áreas próximas a aldeas y pueblos.52 El carácter contraproducente de los bombardeos, desde el punto de vista COIN, cuando provocan la muerte de un elevado número de no combatientes, se ha constatado de manera empírica en otros casos históricos; por ejemplo, en la guerra de Vietnam.53 Como es sabido, ganar el apoyo de la población constituye un objetivo fundamental en cualquier estrategia contrainsurgente.54 Pero, por obvio que parezca, el problema no es fácil de resolver. Sobre el terreno, las tropas necesitan muchas veces de la superioridad que les ofrece el arsenal aéreo y, al mismo tiempo, dichas fuerzas operan habitualmente en entornos relativamente poblados. En este sentido, los drones ofrecen ventajas. Pueden volar de manera prolongada sobre sus potenciales objetivos, portan equipos de inteligencia de imágenes de alta resolución y emplean municiones guiadas, rasgos que los hacen más aptos que los aviones de combate tripulados, a la hora de realizar ataques de precisión. Sin embargo, la dificultad de distinguir combatientes y no combatientes, cuando se entremezclan y tienen una apariencia similar, el hecho de que algunos líderes y militantes de Ansar Al Sharia vivan con sus familias (extensas) y los errores de inteligencia que se pueden minimizar, pero no desterrar por completo en un contexto de guerra (recordemos el concepto de la ‘niebla de la guerra’ de Clausewitz), tienen como consecuencia que los ataques con drones en Yemen también hayan provocado la muerte de civiles, en algunos casos de ancianos, mujeres y niños. Uno de los ataques erróneos que atrajo mayor atención mediática tuvo como objetivo una camioneta ocupada por catorce personas, el 2 de septiembre de 2012. Entre los pasajeros muertos, había una mujer y dos niños. El ataque pretendía acabar con Abdelrauf Al Dahab, un líder de AQPA que, supuestamente, iba a viajar por la misma carretera. Como protesta los líderes tribales intentaron llevar los cadáveres ante el palacio presidencial. El gobierno yemení admitió el error y fuentes anónimas del gobierno norteamericano reconocieron que el ataque había sido ejecutado por una aeronave (sin detallar si estaba tripulada o no) del Departamento de Defensa, no de la Agencia Central de Inteligencia. La muerte de inocentes alentó la simpatía hacia AQPA y la repulsa contra el régimen yemení y contra Estados Unidos.55 52  Motlagh, Jason, “U.S. to limit air power in Afghanistan”, The Washington Times, June 24, 2009. 53  Kocher, Matthew Adam, Pepinsky, Thomas B. & Kalyva, Stathis N., “Aerial Bombing and Counterinsurgency in the Vietnam War”, American Journal of Political Science, Vol. 55, Issue 2, (2011), pp. 201–218,  54  Kilcullen, David, “Counterinsurgency Redux”, Survival, Vol. 48, No. 4, (2006/2007), pp. 111– 130. 55  Raghavan, Sudarsan, “When U.S. drones kill civilians, Yemen’s government tries to conceal it”, The Washington Post, December 25, 2012;


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