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MANUAL DE SOPORTE VITAL AVANZADO EN COMBATE

566 o Ausencia de pulsos (pulselessness): la ausencia de pulsos demuestra la existencia de un síndrome compartimental instaurado siendo un signo muy tardío. El diagnóstico del síndrome compartimental agudo es fundamentalmente clí-nico y de sospecha. Se basa en los antecedentes del paciente que nos pueden hacer sospechar su presencia, la evolución sintomática y la exploración física. El diagnóstico definitivo se realiza mediante la medición de la presión intra-compartimental. Esta medición se puede realizar mediante monitores de presión conectados a un catéter o dispositivos portátiles de lectura digital de fácil manejo y que permiten monitorizar la presión intracompartimental durante horas para tomar las decisiones terapéuticas adecuadas. La presión intracompartimental normal es inferior a los 10 mmHg. Presiones entre 20 y 30 mmHg obligan a vigilar al paciente mediante monitorización con-tinua durante las siguientes 24 horas. Presiones superiores a 30-40 mmHg o dife-rencias inferiores a 30 mmHg entre la presión intracompartimental y la presión diastólica son indicación de tratamiento quirúrgico mediante fasciotomía. Por otro lado es aconsejable la fasciotomía profiláctica en casos de fracturas com-plejas de extremidades, traumatismos por aplastamiento, reimplante o lesiones neurovasculares. La logística sanitaria moderna de atención a la baja de combate implica mo-delos de actuación que han conseguido cifras de supervivencia sin precedentes. Dicha actuación permite tras el control inicial en la zona de combate mediante control de la hemorragia, cirugía de control de daños y estabilización temporal preparar al paciente para una aeroevacuación que mantendrá los cuidados críti-cos en ruta y permitirá iniciar el tratamiento definitivo en su país de origen apenas 24-72 horas después del trauma. Ahora bien, la combinación de cuatro criterios (explosión por IED, lesión de extremidad, resucitación con más de 5 l de cristaloides y/o la transfusión de más de 5 unidades de plasma fresco congelado) junto con aspectos del proceso de aeroevacuación (tasas de líquidos intravenosos, inmovilidad prolongada, relativo descenso del oxígeno ambiente, relativo descenso de la humedad, vibraciones y la presión de cabina) puede provocar el desarrollo oculto de un síndrome compar-timental que mantenido durante las horas precisas para una aeroevacuación es-tratégica (10-12 horas en el caso de España desde Afganistán) provocarán daños tisulares irreparables y posibles complicaciones sistémicas. Por tanto, para minimizar los efectos negativos funcionales y vitales del sín-drome compartimental agudo en el combatiente debería ser necesario el cuidado-so uso de medidas preventivas (cuidado de las inmovilizaciones, suturas a tensión,


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