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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

Además, el fuerte carácter científico-técnico y un cierto elitismo pro-piciaron que la lealtad, el trabajo en equipo y el rigor intelectual sean mar-chamo de los más de 11.000 oficiales formados entre las paredes del Alcázar segoviano, hasta su incendio en 1862, y del convento de San Francisco, posteriormente. Estas y otras circunstancias ayudaron a crear un fuerte espíritu cor-porativo, específicamente artillero, sin el que no pueden entenderse muchas de las dificultades de todo tipo que el Arma ha sufrido desde la creación del Colegio y que culminaron en sus diferentes disoluciones. Pese a dicho corporativismo, se encuentran algunas personalidades relevantes, que han brillado –y lo siguen haciendo– con luz propia. El espíritu ilustrado característico de su fundación hizo que aparecie-ran en sus filas personajes que llegaron a formar parte de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Odriozola, Valera, Terrero, Fran-cisco Luxán, Romero); del Instituto Geográfico y Estadístico (Saavedra y Meneses); de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Antonio Loriga, Reguera); o de la Real Academia de la Historia (Arteche, Carrasco); y que su influencia se extienda en otros ámbitos, hasta el ideario de la Aca-demia General Militar, heredera del Colegio General Militar creado por Gil de Bernabé; o a la Institución Libre de Enseñanza, a través de la relación existente entre Vidal y Schuch, y Giner de los Ríos. En el ámbito científico-técnico, las “Fábricas de Artillería”, así como los “Centros”, distribuidos por toda la geografía española, impulsaron la modernización de una nación que se incorporó con bastante retraso a la revolución industrial; pero no sólo en el ámbito estricto de la fabricación de armamento: la preocupación constante por el personal hicieron aparecer los “poblados” en el interior de los establecimientos con todas las consecuen-cias sociales que esta decisión generó; o las “escuelas de aprendices”, que son el antecedente más directo del actual sistema de formación profesional. En mi opinión, no se puede entender a los artilleros, ni a su pasado, presente y futuro, sin analizar la enorme importancia que tiene la formación “noble e ilustrada” que mencionaba el General García Loygorri en su carta al rey Fernando VII; y el espíritu constructivamente crítico que ha llevado a que la Academia de Artillería, a fecha de hoy, atesore 250 años de inno-vación. Alfredo Sanz y Calabria General de Brigada y Director de la Academia de Artillería Inspector del Arma de Artillería


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