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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

240 DIEGO QUIRÓS MONTERO Unos días más tarde el Gobierno Político aprobó el acuerdo, realizándose posteriormente unas obras de ensanche en el lugar al objeto de emplear la zona para expansión de los cadetes8. Acerca de las prácticas de tiro con las piezas de artillería, una de las pri-meras noticias acerca de la elección del terreno para el asentamiento de las baterías está datada en febrero de 1764, es decir, antes incluso de la inaugu-ración del Real Colegio. De esta fecha es una carta del marqués de Squillace al Ayuntamiento, en la que se exponía que a indicación del conde de Gazola había sido aprobado por el rey, para Escuelas Prácticas de artillería, el lugar conocido como la Dehesa, donde además la ciudad tendría que construir un barracón para almacenar la pólvora. Se trataba de una zona inmediata a la ciudad que servía de pastos de ganados, teniendo que correr con los gastos de su adquisición y obras el Consistorio, que no discrepó de la medida9. Los terrenos elegidos se encontraban aproximadamente delimitados por la que más tarde sería la Maestranza de Artillería (actual Parque y Centro de Mantenimiento de Sistemas Acorazados n.º 2, conocido por «Base Mixta»), la plaza de toros y el puente de Valdevilla. PRIMEROS CUARTELES DE ARTILLERÍA EN SEGOVIA En esta época la responsabilidad del alojamiento de las tropas recaía en las ciudades, recurriendo los ayuntamientos por lo general a las casas de los vecinos, posadas, mesones, etc. Sin embargo, la experiencia demostraba que esta situación era incómoda para ambas instituciones, la militar y la civil. Por este motivo, la Corporación segoviana puso de manifiesto que era necesario contar con cuarteles, ya que al margen del primer pequeño contingente de artilleros que iba a venir a Segovia a realizar las reparaciones más urgentes en el Alcázar, se esperaba que más tarde lo hicieran las cuatro compañías que tenían que ser destacadas. El Consistorio era consciente de la necesidad de contar con unos locales específicos que libraran de tan pesada carga a los ciudadanos, ya que a primeros de febrero de 1763 llegaría el pri-mer contingente a la ciudad con parte del material de construcción y vivac, aunque no de artillería. Los inconvenientes de este sistema de alojamiento también se extendían al componente militar. El 4 de abril de 1763 el conde de Gazola dirigió una carta al Ayuntamiento en la que ponía de manifiesto que, debido a la falta de disciplina de la tropa, con motivo de estar diseminada por las casas de la ciu-dad, así como de las molestias que se estaban causando, creía oportuno que 8  Ídem, 1845. 9  Ídem, 1764. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 235-288. ISSN: 0482-5748


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