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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA COLEGIO ARTILLERIA

256 DIEGO QUIRÓS MONTERO el cuartel, razón por la que una de las propuestas fue que se destinara a este fin el edificio de Sancti Spiritu. Si este edificio no reuniera las condiciones exigidas se ofreciera la Casa de la Tierra, y que como última medida lo fuera San Francisco. Finalmente, en diciembre de 1844 se optó por la Casa de la Tierra aunque en régimen de arrendamiento. La Escuela de Aplicación sólo permaneció en este lugar hasta febrero de 1848, aunque sin tener que pagar alquiler alguno, ya que el Ayuntamiento tuvo en consideración la conve-niencia de facilitar la permanencia de los artilleros en Segovia. Por razones de disciplina de los subtenientes alumnos, que se encon-traban en régimen de externado, el Cuerpo de Artillería solicitó al Ayun-tamiento la parte occidental del exconvento para internado de los mismos. En noviembre de 1851 la Corporación accedía a ceder la parte requerida celebrándose el acto de entrega en enero de 1852. En diciembre del mismo año dieron comienzo las obras de rehabilitación, las cuales permitieron que en noviembre de 1854 los alumnos se encontraran ya alojados en las nuevas instalaciones. Aunque los trabajos no estaban en este caso a cargo del Con-sistorio, lo cierto es que en ocasiones colaboró adelantando el importe de algunas actuaciones. Asimismo, también participó decidiendo en febrero de 1861 que se arreglara la plazuela contigua al Colegio de Artillería, hoy plaza de Día Sanz, y sus inmediaciones. Apenas instalados los subtenientes alumnos de la Escuela de Aplica-ción en San Francisco, la Corporación tuvo noticias de que el Ministerio de la Guerra tenía una propuesta para trasladarla a Sevilla. Para impedirlo, el Ayuntamiento envió a uno de sus regidores a Madrid para que junto con los diputados a Cortes de la provincia, se pusieran en contacto con el mi-nistro de Fomento Francisco Luján Miguel y Romero (entonces brigadier de origen artillero), y el ministro de la Guerra Leopoldo O’Donnell. Los representantes expusieron a estas autoridades que en caso de llevarse a efec-to lo pretendido presentarían su dimisión, porque «en otro caso no podian decorosamente ser Diputados de la Provincia». Esta actitud supuso que mo-mentáneamente quedara suspendida la marcha de la Escuela, recibiendo se-guidamente del director del Arma de Artillería la confirmación de que había dado las órdenes convenientes para suspender la propuesta. El asunto parecía estar concluido pero no fue así. En junio de 1855 se dio la orden de que la Escuela de Aplicación partiera inmediatamente ha-cia Sevilla. Como la medida iba a afectar considerablemente a los intere-ses generales de Segovia, el Ayuntamiento nombró de nuevo una comisión compuesta esta vez por el alcalde y un regidor, que junto con los diputados comenzaron a realizar las gestiones oportunas. A pesar de los esfuerzos no se pudo paralizar el traslado, siendo informados los comisionados de que Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2014, pp. 235-288. ISSN: 0482-5748


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