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REVISTA DE AERONAUTICA 829

1957, el despliegue de su primer Misil Intercontinental en 1959 y la revelación de su estrategia militar en 1962 convirtieron esta doctrina en obsoleta, puesto que en ese preciso instante Moscú no sólo disponía de la tecnología y los medios para lanzar armas atómicas a distancias intercontinentales, sino que sus estrategas militares creían firmemente que su país podía ganar una guerra nuclear contra Estados Unidos. Ello significaba que la Moscú ya estaba en condiciones para realizar un ataque con misiles contra Estados Unidos, para el cual no existía ninguna defensa y cuya única respuesta posible era un contraataque nuclear. En conclusión, la represalia masiva tuvo una limitada efectividad práctica. Y es que por un lado, la amenaza de responder de forma desproporcionada a cualquier agresión soviética era difícilmente creíble y paralizaba cualquier acción diplomática. Por otro lado, una vez Moscú desplegó los primeros misiles capaces de alcanzar Norteamérica, se observó que la acción más racional para evitar cualquier represalia masiva era realizar un ataque nuclear preventivo contra Estados Unidos para acabar con su arsenal nuclear e imposibilitar cualquier tipo de represalia5. RESPUESTA FLEXIBLE Durante esta etapa, Washington y Moscú mantuvieron un estado de alerta continuo que posibilitaba tanto el lanzamiento de un ataque nuclear preventivo como el estallido de una guerra por error. Ello coincidió con el aumento del número y poder destructivo de sus arsenales, el lento desarrollo de las defensas antimisil, el temor que despertaba un ataque nuclear por error y la publicación de los primeros estudios científicos sobre los efectos que tendría para la humanidad una guerra nuclear total. Todos estos factores mediaron para que los estrategas militares y las elites políticas de ambas potencias constataran que el empleo de estos ingenios debía restringirse a casos realmente excepcionales pero que la amenaza debía ser creíble. Fue así como la disuasión se convirtió en el factor que marcaría la relación entre ambas superpotencias y la condición necesaria pero no suficiente del largo periodo de paz que se vivió durante la guerra fría6. Estos elementos comportaron la introducción de la respuesta flexible. Planteada por el general Maxwell D. Taylor para superar la represalia masiva, esta doctrina fue instaurada en 1961 por el Presidente John F. Kennedy y mantuvo su vigencia hasta el fin de la guerra fría con pequeños cambios debidos al descarte de los objetivos blandos en las acciones de represalia (no-ciudades); la limitación de los arsenales nucleares de ambas superpotencias suficiencia hasta niveles racionales () y la codificación del empleo limitado de armamento nuclear (opciones selectivas). La respuesta flexible se fundamenta en la posesión de una amplia gama de respuestas que, proporcionadas a la agresión sufrida, permitan controlar la escalada. La adopción de esta doctrina no sólo ofrecía al presidente de Estados Unidos varias opciones de respuesta militar; sino que permitía una escalada graduada que superaba el automatismo implícito de la represalia masiva. Planeada específicamente para desvincular la defensa norteamericana de la seguridad europea y posibilitar una guerra nuclear limitada entre la Alianza Atlántica y el Pacto de Varsovia en este teatro de operaciones, la plasmación de la represalia flexible requería realizar tres cambios en la estrategia estadounidense: un rearme convencional que permitiera retrasar el umbral nuclear; integrar en los planes de contingencia armas nucleares tácticas para multiplicar el poder de las fuerzas convencionales sin incrementar el coste financiero de la defensa; y desarrollar una tríada nuclear que proporcionara múltiples opciones de respuesta y reforzara la disuasión. El desarrollo de esta estrategia coincidió con el comienzo de un clima de distensión entre ambas superpotencias que facilitó el reestablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países y condujo a los primeros acuerdos de regulación del armamento nuclear y de sus vectores de lanzamiento. La configuración de la represalia masiva y su sustitución por la respuesta flexible discurrían en paralelo al aumento del arsenal nuclear de ambas potencias. Este incremento en el número y potencial destructivo de los artefactos atómicos planteaba una nueva incógnita, puesto que la estrategia más plausible para combatir y triunfar en un conflicto nuclear pasaba por realizar un ataque preventivo con todo el arsenal nuclear 976 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Diciembre 2013


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