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MEMORIAL ARTILLERIA DIC 2011

Valores 109 Ser artillero y ser guerrero esos son los principios que debíamos haber aprendido de los que nos antecedieron: del teniente Flomesta, del co-mandante Royo, del capitán Guiloche o del alférez Durán; es lo que conlleva el peso de llevar este uniforme y estas bombetas, y es lo que nos en-señaron en Segovia, escrito en las paredes del pasillo de honor y del Patio de Armas. ¿Hacemos todos y cada uno de nosotros un esfuerzo dia-rio en mantener esos ideales mas allá de guardar tradicio-nes meramente protocola-rias? El liderazgo del mando, el compañerismo y el espíritu de equipo Si aceptamos (una vez más, es una opinión subje-tiva) que no se están trans-mitiendo adecuadamente y de manera uniforme entre nuestras filas estos valores guerreros, debemos entrar en analizar el empuje funda-mental para que se haga: el del liderazgo que debe ejercer el oficial de Artillería. Muerte de Royo y Guiloche tales, llamados, a su vez, la “Ética del Guerrero” (Warrior Ethos): “siempre pondré a la misión como lo primero, no aceptaré la derrota, no aban-donaré, no dejaré a un com-pañero caído”. ¿Mantenemos nosotros valores similares? Desde lue-go, el recitado norteamerica-no nos trae a la memoria el Credo Legionario, el Ideario Paracaidista y otros simila-res. De cualquier manera, al-gunos dirán que todos estos elementos están reflejados de alguna manera en las ya citadas Reales Ordenanzas. Pero no creo que un cadete, alumno o soldado, al leer y estudiarlas reciba un mensa-je tan claro e inequívoco de lo que una profesión como la de las armas, puede llegar a esperar de cada uno de no-sotros. La práctica diaria de estos valores van mucho más allá de la lectura de las efeméri-des artilleras en el patio de armas por la mañana, o de saberse el protocolo a seguir en el Régimen Interior, o el Reglamento de Honores para las formaciones y el orden cerrado; de lo que se trata es de inculcar y mantener va-lores que hagan que el arti-llero en operaciones, que es donde el riesgo nos pone a prueba, tenga muy claro su propósito y lo que él mismo debe esperar de su compor-tamiento. Todo artillero debe es-tar preparado para aportar su contribución al combate, para ser desplegado, para aceptar riesgos, para sacri-ficarse. ¿Es la realidad así? Cada uno que lo valore. Pero Cuando las decisiones (más aún en operaciones) se toman valorando como principal factor las consecuencias particulares, se contamina el proceso de decisión


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