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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA Nº 314 FEB 2015

profesionales Marinos en inmersión Los 200 militares que integran las dotaciones del Arma Submarina son herederos de una tradición centenaria EN la Escuela y en la Flotilla de Submarinos todos somos voluntarios». El capitán de navío José Sierra Méndez eligió libremente la especialidad en 1986 y ahora es el comandante de esta unidad naval que desde Cartagena proporciona a la Armada «una ventaja estratégica muy importante y un poder disuasorio evidente», destaca antes de recordar que así ha sido durante los últimos 100 años. El Arma Submarina celebra este año su centenario. La tecnología ha avanzado a pasos agigantados desde aquel ya lejano 17 de febrero de 1915, cuando el Rey Alfonso XIII rubricó la Ley Miranda, que contemplaba la creación de «un servicio de Submarinos (...) con 28 sumergibles...». Sin embargo, la discreción y, por ende, el factor sorpresa, siguen siendo la base del modus operandi de la flotilla, siempre listos para actuar y «preparados para todo», como reza el lema de la unidad. Las misiones puramente de combate —el lanzamiento de torpedos y el fondeo de minas de profundidad—, de vigilancia, inteligencia, control del tráfico marítimo o la de infiltración de fuerzas La seguridad a bordo es fundamental en el adiestramiento de la tripulación especiales, entre otras, hacen del submarino una unidad naval «difícil de contrarrestar, tanto para el enemigo como para nosotros cuando es el adversario », afirma el capitán de navío Sierra. La situación puede llegar a ser muy delicada cuando se produce, por ejemplo, una vía de agua, uno de los accidentes más graves de puede sufrir un sumergible. «Tenemos grabados a sangre y fuego los ejercicios de seguridad en inmersión que hacemos a diario, incluso durante una misión », explica el capitán de corbeta José Torrente Suanzes, comandante del S-73 Mistral. La seguridad del submarino, y no solo la consecución de la misión, dependen del nivel de adiestramiento de la dotación. «Si es bueno, no hay problema, aunque el riesgo siempre existe», asegura este oficial, desde hace seis meses al mando de los alrededor de 68 hombres y mujeres que se distribuyen a lo largo de los 67 metros de eslora del buque. La falta de espacio es una de las razones que cita el sargento mecánico Antonio Moral Casanova —miembro también de la dotación del S-73— cuando asegura que «la navegación en submarinos es muy sacrificada». La ausencia de intimidad o la lejanía de la familia son otros inconvenientes en el día a día de los submarinistas. El cumplimiento de los procedimientos es estricto, pero el tratamiento jerárquico, por ejemplo, se suaviza respecto al que existe en un barco de superficie. «Allí, el trato de un oficial con un marinero pasa por el suboficial o, como mucho, por un cabo primero», asegura el alférez de navío Fernando Clavijo Rey- Stolle, oficial de detección submarina a bordo del S-73. Sin embargo, en el Mistral, «yo soy Ginés y no el cabo primero Casado », señala el miembro más veterano de su dotación, especialista en Armas Submarinas. «Yo llamo a mi gente por su nombre de pila», insiste el comandante del S-73 como una medida más que contribuye a estrechar las relaciones de compañerismo en el interior del sumergible. En su opinión, «no hay otra unidad militar en la que sus miembros estén más unidos». Los oficiales José Torrente y Fernando Clavijo, el suboficial Antonio Moral y el cabo primero Ginés Casado son solo cuatro de los algo más de 200 marinos que forman parte de las dotaciones del Mistral, el Galerna y el Tramontana, los tres submarinos actualmente en servicio en la Armada, a la espera de la llegada de los modernos S-80, previsiblemente a partir de 2018. J.L. Expósito Fotos: Pepe Díaz 40 Revista Española de Defensa Febrero 2015


REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA Nº 314 FEB 2015
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