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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 114

LA INTELIGENCIA MILITAR EN LA PENÍNSULA IBÉRICA... 31 1301, cuanto el infante Enrique, habiéndose enterado de los privilegios concedidos por la Santa Sede a Fernando IV y su madre doña María y tratando de aferrarse al poder, hizo correr el rumor de que las cartas reales procedentes de la cancillería real que llegaban a su entorno eran falsas. Cualesquiera que fueran sus propósitos, el infante tuvo que capitular después que doña María proclamase públicamente las bulas del Papa Bonifacio VIII (1294- 1303) en la catedral de Burgos63. Este mecanismo no se limitaba a noticias y documentos escritos, sino que también puede verse en los aspectos visuales de conflictos. Durante una incursión benimerín en 1285, Sancho IV declaró un apagón completo en Sevilla, incluyendo las órdenes de que no circulase nadie por la ciudad y de que no se hiciese ninguna clase de señal sonora, ya fuese con tambores, cuernos, trompas o bocinas. El ejército marroquí mordió el anzuelo y, creyendo que la ciudad había sido abandonada, se retiró del área64. De forma más abierta, Alfonso XI, cuando recibió una embajada de paz granadina durante el verano de 1343, se aseguró de que el campamento cristiano estuviese en su mejor apariencia para proyectar en todo momento su estabilidad, buen aprovisionamiento y poderío. A pesar de que las crónicas alegan que los emisarios musulmanes quedaron muy impresionados, este debió haber sido un esfuerzo propagandístico considerable por parte del monarca castellano, ya que sus fuerzas sufrieron continuamente por falta de provisiones, problema agudizado debido a un incendio ocurrido no hacía mucho en el campamento cristiano65. En el campo de la desinformación, uno de los gigantes fue don Juan Manuel, quien constantemente falseó la verdad sobre los eventos, sus opositores y metas, mientras se promovía a sí mismo como el modelo que se debía imitar en cuanto a la cordura y caballería. En 1327, en su primera desavenencia contra el rey, ordenó a sus vasallos en Lorca que no siguieran la guerra en contra de Granada, ya que se había pactado una tregua. En este caso, Alfonso XI envió una carta al concejo de Lorca exigiendo que no acatasen nada pactado por don Juan Manuel y que se colocasen bajo el mando de Pedro López de Ayala66. Incluso después que volvió a su servicio y contribuyó a las victorias del Salado y Algeciras, don Juan Manuel no desistió de utilizar la desinformación para avanzar sus intereses. Apenas un año después de la captura del puerto algecireño, envió un documento secreto a Pedro IV (1336-87) alegando que entre Alfonso XI y doña Leonor («aquella mala mujer») estaban tramando algo para que la herencia real fuera entera 63  Crónica del rey don Fernando: op. cit., vol. I, pp. 119-20. 64  Crónica del rey don Sancho: op. cit., vol. I, p. 70. 65  Crónica de Alfonso onceno: op. cit., vol. I, pp. 364-66. 66  VEAS ARTESEROS, Francisco de Asís: op. cit., pp. 100-101, doc. 93. Revista de Historia Militar, 114 (2013), pp. 11-40. ISSN: 0482-5748


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