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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA Nº 322

p e r s p e c t i v a Pepe Díaz A-400M. Buque de Acción Marítima. Pepe Díaz Un análisis de la reconducción de los programas especiales de armamento Con esfuerzo, imaginación y voluntad LA reconducción de los Programas Especiales de Armamento (PEA’s) ha sido uno de los grandes debates de los últimos años en el ámbito de la Defensa. Se trata efectivamente de una reconducción en el sentido de que introduce la normalidad en un capítulo de gasto extraordinario (por algo los programas afectados se definen como especiales) pero, para expresar cabalmente su profundidad y su alcance, la reconducción ha de entenderse como la adopción de una estrategia para hacer posible la continuidad de los PEA’s de forma sostenible y su alineación con las capacidades militares actuales y futuras a medio plazo definidas por Pedro Argüelles Salaverría Secretario de Estado de Defensa el Estado Mayor de la Defensa (EMAD). Era imperativa la adopción de esa nueva estrategia. Los PEA’s, que constituyen la columna vertebral de la modernización del material de las Fuerzas Armadas, se formularon hace casi veinte años, cuando las necesidades de defensa no coincidían con las actuales y cuando la situación económica de la nación y las disponibilidades presupuestarias eran no sólo muy otras sino mucho más favorables. A nadie se le oculta la dificultad inherente a reformular programas a largo plazo sobre los que se adquirieron compromisos firmes tanto de ejecución como de pago. Añádanse para el Estado las dificultades derivadas de esa reformulación en un período de graves tensiones en el área macroeconómica y de limitaciones y equilibrios en la presupuestaria, y no se olvide que dificultades similares aquejan a un sector como el de la industria de defensa, que emplea a cerca de 20.000 personas, que debe seguir invirtiendo en tecnología y que, para ello y para exportar, necesita la plataforma de los contratos públicos. Para el logro del objetivo, se optó, de un lado, por reconducir el alcance de los programas. Se negociaron con los suministradores reducciones, retrasos y modificaciones de las entregas contratadas (casos de los programas EF-2000, A-400M, Tigre y Pizarro), con los consiguientes ahorros, e incluso se renunció a la recepción de unidades a cambio de la prestación de servicios y equipo (caso del NH90 y también del A-400M y el Pizarro) que, de no haberse planteado, habrían incrementado la factura final. En el caso del S-80, a pesar de los problemas surgidos se ha conseguido reconducir técnicamente el programa a un diseño viable y sostenible que permitirá a la Armada seguir contando con un arma submarina de primer nivel. El ahorro conseguido con la renegociación alcanza los 7.000 millones de euros. Hay que recordar que en septiembre de 2011 se estimó para estos programas un techo máximo de gasto de 36.875 millones de euros que en 2013 quedó reducido a 29.479 millones. 20 Revista Española de Defensa Noviembre 2015


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