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igual modo, para practicar los métodos de tiro se recurría a un imaginativo ejercicio denominado de relojes conjugados en los que se practicaba la bondad de los métodos de tiro. Sin embargo estas limitaciones operativas no se daban en los submarinos, cuya actividad no se vio mermada, debido principalmente 54 BIP al pequeño coste del gasoil en comparación con el elevado consumo de los buques de superficie, por lo que sus salidas a la mar eran muy frecuentes para el adiestramiento de las dotaciones. Las salidas eran cortas, regresando en el día, y se efectuaban en la bahía de Mazarrón, cercana a la Base de Submarinos de Cartagena, en donde efectuaban inmersiones y prácticas de navegación, tanto para los alumnos del curso de submarinos como para las propias dotaciones de los submarinos. La invención del radar produjo una desaparición del submarino de la superficie; la creación del snorkel, verdadera trompa conductora de los gases atmosféricos y de exhaustación de los motores térmicos de propulsión, permitió la prolongación operativa del submarino; y, a su vez, la aparición del sonar como sensor antisubmarino, exigió una evolución en la táctica submarina. Este constante desarrollo de armas y sensores produjo una alteración importante en la lucha antisubmarina, a la que se incorporaron aeronaves, fundamentalmente los helicópteros, aviones equipados con torpedos y formando parte de los grupos aeronavales antisubmarinos, denominados hunter killers. Como resultado de todo ello nuestra arma submarina quedó completamente obsoleta porque tanto sus armas como sus sensores no habían evolucionado. Sin embargo la Armada hizo un gran esfuerzo para mantenerse al día. Para ello, el Arma Submarina mantenía su operatividad mediante la práctica de ataques al trafico mercante, siguiendo para su aplicación con el cálculo de la velocidad y del rumbo del blanco, y completando su adiestramiento en el aula táctica de la base de Cartagena (conocida, por su forma, como la guitarra), en la que una serie de maquetas en movimiento que cambiaban de rumbo servían para mejorar la experiencia de conseguir los parámetros de los blancos. Los ejercicios en la mar se limitaban a operar en zonas fértiles, como las del Mar de Alborán, resultando muy provechosos y de gran rendimiento a lo largo de todos los días de navegación. Así, el submarino se establecía en patrulla y a la vista del primer humo en el horizonte se le ponía la proa para averiguar el sentido de su navegación, iniciando la fase de aproximación que requería a veces la salida a superficie para producir el adelantamiento necesario para llegar a la fase de ataque. Terminada esta fase, se intentaba cruzar la popa para comprobar con certeza el rumbo del enemigo. Estos ataques resultaban muy entretenidos y así, en un día de navegación, se volvía a la base habiendo efectuado 10 ó 12 ataques. Submarinos Serie D Los ejercicios en la rada de Mazarrón consistían básicamente en navegación submarina con prácticas de inmersión y salidas a superficie y manejo del buque. Esta frecuencia de salidas a la mar, en contraste con las escasa salidas de los buques de superficie, producía una sana envidia (nos miraban a los submarinistas como unos profesionales privilegiados, y se comprende la envidia sana), que hacía deseable hacer el curso de Aptitud Submarina. A esto había que añadir la comodidad de estar a pocas guardias de puerto, en comparación con los buques de superficie, en donde cada tres o cuatro días se montaba uno de guardia. En la Base de Submarinos se montaba guardia de puerto organizada por la flotilla de submarinos, por consiguiente muy espaciadas. Otro aspecto muy importante es el de las relaciones humanas. Estas, por razón de espacio, eran mucho mas intensas que en los buques de superficie. En un submarino existen unas condiciones de vida de cierta igualdad, sobre todo en los submarinos de entonces, entre el Comandante y un marinero: la estrechez de los alojamientos, de la cámara, la existencia de la cama caliente (es decir, que solo hay cama para la mitad de la dotación), el concepto de igualdad de riesgo, la importancia de todos y cada un de los miembros de la dotación donde el olvido de apertura de una válvula puede dar lugar a una emergencia grave, como ocurrió en cierta ocasión en la que a un marinero se le olvidó abrir un válvula de ventilación de uno de los tanques de lastre de proa, por lo que el submarino tomó una inclinación a bajar exagerada. Para adrizar el submarino fue preciso, además de abrir la ventilación del lastre, dar atrás en emergencia con los motores eléctricos. Durante todo este tiempo se oyó a un cabo, que asustado por la inclinación, fue corriendo de proa a popa con el fin de recupera mil pesetas que tenía en una taquilla, y a la vez que corría, exclamaba ¡¡¡Mis mil pesetas!!! Todo miembro de la dotación goza de una gran consideración, que se traduce en afecto. Por este motivo, durante la guerra civil en la que se produjeron incidentes disciplinarios graves contra los oficiales en los buques de la Armada, en los submarinos no se produjo ninguno. A propósito de esto no me resisto a contar una experiencia. Hace pocos años, yendo por Cartagena, me crucé con un antiguo cabo primero que había estado embarcado conmigo en el submarino G-7. Al verme gritó con


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