Page 41

BIP 144

desgracia de los fuertes temporales fue un fracaso y al final solo quedaría una nave, La Santa María de la Victoria, que arribó a Las Molucas, después de haber reconocido una de las islas del archipiélago de las Marshall. Los supervivientes en número de 75 llegaron a Tidore el 1 de enero de 1527 y fueron recibidos como libertadores del pueblo y en donde se fortificaron en espera de auxilio, después de haber quedado el buque inutilizado tras rechazar un ataque portugués. Juan Sebastián de Elcano falleció en el Pacífico el 4 de agosto de 1256 y siempre se cita el escorbuto como causa de su muerte pero Andrés de Urdaneta nos aclara en su relato del viaje otra posible causa, La Ciguatera. Y cita lo siguiente «en los últimos días de octubre de 1525 las siete naves se encontraban fondeadas en la isla ecuatorial de San Mateo. Un día se tomó pescado que parecía corvina, tan grande como un salmón de veinte libras y todos los que comieron en la mesa del capitán enfermaron por comer y es que en esta isla se pescó un pescado muy fermoso, que llamó picuda y el capitán general convidó a algunos de los capitanes e oficiales del Rey y todos los que comieron la picuda cayeron malos de cámaras, que se iban sin sentir, que pensamos que se morían». Un año después de la estancia en San Mateo, ninguno de los hipotéticos comensales de la mesa del capitán permanecían vivos en la expedición. La medicina contemporánea conoce sobradamente que la picuda o barracuda es un voraz pez de gran tamaño, propio de los arrecifes tropicales, cuya ingestión Historia y Cultura Naval puede producir en el ser humano, la «Ciguatera», una enfermedad originada por las toxinas contenidas en determinadas algas microscópicas, inocuas para el pez pero peligrosas para la especie humana. Se inician los fuertes dolores gastro intestinales y otros efectos mucho más perniciosos que afectan al sistema neurológico y cardiovascular y se produce, fatiga, trastornos de equilibrio, sabor a metal, taquicardias, hipertensión. Testamento de Juan Sebastián de Elcano En cuanto al testamento propiamente dicho, está redactado directamente por Elcano, en un momento de enfermedad como él mismo reconoce, «pero sano de mi entendimiento é juicio natural». Elcano sabe que va a morir, por lo que redacta sus últimas voluntades dejando claro que es cristiano, ya que manda su ánima a Dios. Toda la primera parte del testamento está dedicado a una serie de donaciones y visitas a distintas iglesias, órdenes y monasterios y también destina una cantidad de dinero para que se digan una serie de misas en su memoria. En el año 1944, Don Julio Guillen Tato, descubrió su Manda Testamentaria redactada el 26 de julio de 1526, dos semanas antes de su muerte, en la que dispone que al no haber podido cumplir la promesa de viajar al Monasterio de la Santa Faz de Alicante, pide que un romero cumpla la misma y entregue a las monjas del convento 24 ducados. Esto no se había realizado y el ya capitán de navío Julio Guillén, cumple esta última voluntad de Elcano y así el 20 de abril de ese año, acompañado de otros Mandos de la Armada, realiza el desplazamiento al Monasterio donde se colgó como ex voto en la iglesia una reproducción de la Nao Victoria, así como, dos azulejos que reproducen su Manda Testamentaria y el itinerario del viaje. El Monasterio está regido por monjas clarisas de clausura y en su iglesia se conserva la reliquia de la Santa Faz que según la tradición es uno de los pliegues del paño con el que Verónica limpió la cara de Cristo en su ascenso al Calvario.


BIP 144
To see the actual publication please follow the link above