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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2014

RUMBO A LA VIDA MARINA media entre el 40 y el 50 por 1.000, llegando al extremo de que en algunos de sus enclaves (salinas, por ejemplo) solo es capaz de vivir la Artemia salina, un crustáceo braquiópodo de un centímetro de longitud, cuya resistencia a la sal y a las adversidades climáticas es tan grande que sus huevos pueden permanecer en estado de latencia, en completa inactividad, y en ausencia de agua e incluso de oxígeno, durante periodos de tiempo muy dilatados (incluso de 10 años), soportando las más altas temperaturas y también por debajo del punto de congelación, merced a un proceso llamado criptobiosis (de cripto, oculto, y bios, vida). Por el contrario, cuando las condiciones climatológicas mejoran, la eclosión de los huevos es inmediata y la multiplicación de la artemia se produce de modo exponencial. En el lado opuesto se encuentran los mares (el Báltico es el estereotipo), que reciben abundantes aportes de agua dulce, procedan de ríos o del deshielo (como la franja continental antártica), lo que unido a su situación en altas latitudes favorece la nula o mínima evaporación, manteniéndose su salinidad en una concentración aproximada del 7 por 1.000, que llega a que en el golfo de Botnia las agua sean tan dulces que su catálogo faunístico incluya ranas que, con todo merecimiento, también deberíamos considerar marinas, aunque tal circunstancia sea tan chocante como el que las propias ranas echen pelo. Pues bien, entre el extremismo de la artemia y el bromazo de las ranas bálticas, se desarrolla toda una amplia variedad de animales que en muchos casos necesita de riñones suplementarios para excretar el exceso de sal que sus riñones clásicos no serían capaces de depurar. Es el caso de las glándulas de la sal que las tortugas, serpientes, gaviotas y la mayoría de las aves marinas llevan en unas oquedades situadas encima de los ojos (tal situación no es una errata, que conste) y, en posición muy parecida, las iguanas marinas de las Galápagos. Es más, la concentración en sales condiciona toda la biología de los seres marinos por incidir de lleno en el funcionamiento no solo de los riñones, sino del resto de los órganos vitales por medio de ese proceso físico que se llama ósmosis y que consiste en que, a través de una membrana semipermeable, como es la envuelta celular, permite el paso del agua al mismo tiempo que impide el de las sales disueltas tanto en el medio acuático como en la intimidad del protoplasma. El proceso osmótico puede resumirse diciendo que trata de igualar las concentraciones de sales en dos medios dependientes, interior y exterior, la mar y el animal marino, extravasando solo el agua en el sentido de entrada o salida que corresponda. Valga como aclaración el proceso de salazón de pescados: en un medio hipersalino (salmuera) se pone a macerar un pez cuya concentración en sales es muy inferior a la de aquel; el agua intracelular del pez pugnará por salir al exterior a través de la membrana celular (semipermeable) para equilibrar ambos medios en contacto osmótico, salmuera y protoplasma, llegándose hasta un punto de sequedad en este último que impide cualquier género de vida (incluida la bacteriana, causante de la descomposición), garantizando así su prolongada conservación. 2014 107


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