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LA LEGION 524

>>Reportaje Central >> Actividades DISCURSO DEL GENERAL LEZA BENITO, JEFE DE LA BRILEG Quiero en primer lugar agradecer, la presidencia de este acto, al teniente general Medina, jefe de la Fuerza Terrestre. Agradecer también la asistencia de las hermandades legionarias, la de nuestras queridas cofradías y la de los amigos que nos acompañan y arropan. Y como no, el más explícito reconocimiento a las autoridades civiles que ganando tiempo a su apretada agenda nos honran hoy con su presencia. Inicio estas palabras desde el dolor, latente en La Legión desde hace meses por la muerte del Brigada D. Manuel Velasco Román, el brigada D. Antonio Navarro García y el sargento D. José Francisco Prieto González, fallecidos en acto de servicio en el cumplimiento de su misión. Y por las posteriores del CL. D. Francisco Jesús Gallego, del coronel D. Francisco Martin Gallardo y más recientemente las del cabo legionario D. Jose Pardo, que reseño como uno de los previstos premios 20SEP, y, esta misma semana en trágico accidente de tráfi co la del teniente D. Ignacio Blanco. Este acto, desde el Espíritu de Amistad de cada una de las unidades y desde las voluntades de todos y cada uno de los aquí formados, se realiza en su memoria. Mi felicitación más entusiasta para D. Alfonso Rojas, nombrado Legionario de Honor y que tendrá siempre abiertas las puertas y los corazones de La Legión. Mi sincera felicitación también para todo el personal merecidamente condecorado. Entre ellos quiero signifi car la Cruz Roja otorgada al sargento D. José Moreno Ramos por su extraordinario comportamiento en la operación ROMEO/ALFA, y la citación en la orden y valor reconocido merecidamente concedidos a nueve legionarios. Su reconocimiento público representa una satisfacción para el que lo recibe, un estímulo para la unidad de la que forma parte y un ejemplo para todos. Mi gratitud y reconocimiento a las cofradías y hermandades por sus constantes apoyos a nuestros legionarios. Legionarios, hoy es el aniversario de nuestra fundación. Ya desde 1859, y por diversas razones, venían produciéndose combates en la zona melillense, enmarcados unos en lo que se denominó la Guerra de África y otros en la “Guerra Chica” o de “Margallo”, pero fue el ataque a los trabajadores del ferrocarril de las minas de plomo en julio de 1909 lo que motivó la mayor implicación militar española en la zona. Se ordenó la movilización que argumentó la Semana Trágica, se constituyeron unidades expedicionarias que fueron inmediatamente proyectadas, y solo en los combates del día 27 de julio de 1909 hubo más de mil bajas españolas entre muertos y heridos. En la guerra resulta difícil disfrazar la evidencia del fracaso. Los muertos pueden permanecer en el campo de batalla pero representan bajas en las propias fi las, estadísticas en los periódicos y familias afl igidas, y por encima de todo las bajas son un recordatorio constante del error cometido. Así esa campaña de 1909 dio lugar a la toma de medidas modifi cadoras en las leyes del Servicio Militar y en la organización del Ejército, decidiéndose la creación de un ejército diferenciado, de carácter voluntario y que incluyese unidades autóctonas, para la acción colonial. No fue el origen específi co de La Legión, pero sí del desarrollo de las ideas que fi nalmente concluirían en su fundación, especialmente como solución alternativa, a partir del fracaso de captación del voluntariado, boicoteado además con el “Soldados, Rebelaos” por movimientos revolucionarios. La marcha de las operaciones no era todo lo adecuada que se esperaba y así, las presiones políticas para evitar el tercer año de servicio militar en Marruecos, el temor general a los enfrentamientos por el efecto que en la sociedad tendrían las bajas que se pudiesen producir y la escasa moral de las fuerzas destacadas, motivaron la creación de La Legión, de forma que, según el Diario Ofi cial, se repatriasen las unidades y, decía textual, “entre tanto por licenciamiento de individuos del tercer año de servicio en las referidas tropas, en la proporción de dos de estos por cada soldado fi liado en el Tercio”, es decir se establecía la proporción de valía de dos soldados veteranos por cada legionario. Es fácil, en el marco viciado y derrotista que les he descrito, entender el porqué de la necesidad de modernidad organizativa en 26 524 · III-2013


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