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REVISTA GENERAL DE MARINA MAYO 2015

TEMAS GENERALES Corbeta Atrevida ya convertida en patrullero. (Foto: www.flickr.com/photos/armadamde). miento colonial, que la Armada quería utilizar como banco de pruebas para la propulsión «todo diésel». El llamado Proyecto 39 se ensayó en el Canal de Pruebas de El Pardo, evolucionando al 47-B, el que en su día aprobara el Consejo de Ministros para dar orden de construcción de cuatro unidades en la flamante factoría de Bazán de Cartagena y dos en la de San Fernando (Cádiz). Los buques cabeza de serie llevaron los nombres de las legendarias corbetas de la última expedición ilustrada, la Malaspina —Descubierta y Atrevida—. Los siguientes, los gloriosos del navío y fragata del siglo xVIII —Princesa y Diana—, el clíper de la vuelta al mundo de don Fernando Villaamil —Nautilus— o la urbe en cuyo solar de astilleros del Nervión hoy se alza el Guggenheim —Villa de Bilbao—, de primera denominación Favorita. Entrado el medio siglo, los cascos de las seis unidades se alzaban ya en gradas a la espera de los motores diésel de 3.000 caballos que habían de propulsarlas, dos por unidad, introducidos a bordo al viejo estilo, es decir, abriendo un hueco en las cubiertas. Salvo en el caso del cabeza de serie, los otros cinco se vieron literalmente «atropellados» por el desembarco de la ayuda americana en nuestras construcciones navales, que modificaría sobre la marcha su proyecto, mejorando sustancialmente tanto el armamento como los equipos de detección 2015 593


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