El 29 de noviembre de 1823 era Colonel Commandant de l’Armée d’Occupation en Espagne (Catalogne). Unos meses más tarde, el 14 de febrero de 1824, aunque figura en su hoja de servicios con esta denominación, también se señala la de Colonel remplacé. Probablemente esta situación de reemplazado pudiera coincidir con alguna ausencia de Cataluña como la que se deduce de una carta que dirige desde Madrid, en 1824, (¿a su esposa?), a la que llama Ma chère Henriette, en la que le dice ha hecho el viaje de Barcelona a Madrid, donde se encuentra; pero que hubiera preferido permanecer en Barcelona «a causa de la proximidad con Francia y porque allí estaba instalado y me encontraba muy bien». Y añade: «No sé aun positivamente lo que me va a suceder, dependiendo de la suerte del Ejército de Ocupación: si este permanece tal como está, debo permanecer; si es disuelto, tengo orden de ir a mandar la artillería en Cádiz. Así es que, suceda lo que suceda, no estoy destinado a volver a Francia». Cabe pensar que este desplazamiento, que sí tuvo que realizar Lasnon desde Barcelona a Cádiz, pasando por Madrid, pudo estar motivado por la actuación de un grupo de liberales, que en agosto de 1824 habían tomado la plaza de Tarifa (Cádiz). Para contrarrestar esta acción, tal vez tuvo que intervenir Lasnon. ¿Pudo ser este un motivo adicional para que ese mismo año, con fecha de 29 de septiembre, recibiera del rey nada menos que la Cruz al Mérito Militar (véase foto) nombrándole Chevalier de Saint-Ferdinand d’Espagne (Deuxième clase)? Actitud de la población española respecto a las tropas francesas de ocupación Transcurrido algún tiempo de esta permanencia testimonios de coetáneos, tanto franceses como españoles, pueden aportar alguna información, aunque sea limitada. Así Grandmaison2, en 1828, escribe traducido: «Nuestra llegada había sido acogida, aclamada, por la inmensa mayoría de los españoles, no siendo nuestra salida deseada por nadie, asegurando nuestra presencia a los realistas el 62 REVISTA EJÉRCITO • N. 896 NOVIEMBRE • 2015 mantenimiento de su poder, y a los liberales la garantía de su seguridad». Se admite que las relaciones entre el ejército ocupante (que imponía su autoridad en cuestiones de orden público, etc.) y la población civil fueron generalmente pacíficas, salvo algunos incidentes en los que incluso perecieron militares franceses. A la llegada de esas tropas extranjeras se procuraron suavizar previsibles reacciones adversas que pudieran surgir. Algunos escritores quisieron de este modo congraciarse con el rey. Así, «Arriaza, que tantas veces escribiera contra los franceses, los saluda ahora, en cambio, en un arco levantado en honor de Fernando VII a su regreso en Madrid: Id valientes militares; / contad en vuestros hogares que si vuestros triunfos bellos / nos dieron rey y quietud nos dejáis también con ellos / ejemplos de gran virtud» «El duque de Frías remite en cambio a J. N. Gallego ”El llanto de un proscrito”, quejándose de la invasión: El vencido francés, que con maldades nuestro suelo invadió, cruza atrevido hasta embestir a la opulenta Gades»5. Prolongación de la permanencia de estas tropas en España Transcurridos los cinco meses previstos, se renovó esta permanencia hasta el 1 de enero de 1825; luego se prorrogó hasta septiembre de 1827, en que comenzó el retorno de dichas tropas a Francia, al considerar que la estabilidad del trono español estaba asegurada. No obstante, en 1827 aparecieron en Cataluña y luego en el Maestrazgo algunos grupos de realistas que crearon conflictos, al considerarse agraviados y perjudicados por algunas medidas del Gobierno, estando deseosos del restablecimiento de la Inquisición, la intensificación del sentimiento absolutista en el Ejército, etc., coincidiendo con las intenciones sucesorias del hermano del rey (cuestiones que posteriormente contribuirían a desencadenar las guerras carlistas). Para atajar la situación, el propio Fernando VII se desplazó temporalmente a Cataluña6.
EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 896 NOV 2015
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