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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 896 NOV 2015

la amenaza que suponía el Imperio Otomano tras la conquista por este de Constantinopla en 1453. Una mezcla, pues, de tradicionales objetivos castellanos (Granada) y aragoneses (aislar Francia) con la defensa de la Cristiandad frente a los turcos. Tras la conquista de Granada, la política exterior podía haber proseguido victoriosa hacia el norte de África —es la época de las tomas por España de Melilla, el Peñón de Vélez de la Gomera y Orán, entre otras plazas—, pero el descubrimiento de América, y el inicio de su colonización, será un hecho de tal magnitud que cambiará del sur al oeste los esfuerzos de un reino entusiasmado. Por otra parte, el conflicto contra Francia pasará de la vertiente diplomática a la bélica, principalmente en el escenario italiano. Y contra el Imperio Otomano se producirán los primeros choques en el Mediterráneo oriental. Tres vectores de la época final de los Reyes Católicos que tendrán su continuidad con sus sucesores Carlos V y Felipe II, los cuales sumarán a esa política exterior la del teatro europeo, fruto de su fabulosa herencia. Concretemos a continuación, la decisiva participación del Gran Capitán en esa política exterior de Isabel y Fernando. Una participación donde serán decisivas tres condiciones de hombre de frontera que reúne Gonzalo y que serán ampliamente valoradas por los Reyes, en 78  REVISTA EJÉRCITO • N. 896 NOVIEMBRE • 2015 palabras del historiador Luis Suárez: «El valor, que corresponde a la esencia de la caballería, la capacidad para tomar decisiones sobre la marcha y el respeto al adversario, cuyas cualidades son precisas valorar. Así se explican los gestos inicial y final de Ceriñola, cuando sorprende a propios y extraños al reaccionar ante la pérdida de la artillería definiéndola como «luminarias de victoria» y al rendir honores al enemigo caído en el campo, duque de Nemours. La guerra de Granada (1482-1492) permite a Gonzalo alcanzar dos cosas: ver la Alhambra por dentro, pues los Reyes le encargaron dirigir la ayuda que prestaban a Boabdil, cuando este parecía optar por la fórmula de sumisión al reino a Castilla, como estuviera en los primeros años de su existencia, y cimentar su fama de soldado, en los combates de la primavera de 1486, en Loja, Íllora y Moclín. Al llegar a Íllora, el 9 de junio, la Reina salió a su encuentro; Gonzalo, radiante sin duda por el éxito, y ella, apuntando a las murallas de la plaza, le dirigió un discurso que parecía apuntar al futuro: «Encargaos de la tenencia de esta fortaleza y ved lo que se da con la más principal de la frontera que, al tanto y más, mandaremos dar con esta». Al término de la guerra de Granada, Gonzalo, que va a cumplir cuarenta años, se perfila como uno de los principales jefes de ese ejército nuevo que ha surgido, al servicio de la política exterior de la nueva monarquía. En esta política, los veteranos de la guerra granadina resultaban imprescindibles. Tras la toma de Granada y el descubrimiento de América, Nápoles resultaba esencial: indispensable para frenar a los turcos otomanos y para asegurar el control del mar Tirreno. Mientras Francia preparaba un imponente ejército para llevar a cabo la conquista de Nápoles, los monarcas españoles transmitían a Gonzalo Fernández la orden de preparar a sus expertos y duros soldados. Murió el rey de Nápoles y su hijo bastardo El escenario mediterráneo en 1453


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