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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 896 NOV 2015

REVISTA EJÉRCITO • N. 896 NOVIEMBRE • 2015  79  DOCUMENTO Alfonso tomó la corona. Fue el momento escogido por Fernando el Católico para hacer, por medio de sus embajadores, su propuesta de legítimo derecho al trono. Carlos VIII de Francia la rechazó diciendo que primero conquistaría Nápoles y hablarían después, y el Papa, asustado, rompió la alianza con él concertada y confirmó a Alfonso como rey. Cuando los franceses ocuparon Roma, bloqueando al Papa en el castillo de Santángelo y se apoderaron de Nápoles, Fernando ordenó a sus tropas dirigirse a Cartagena, puerto de embarque, para el traslado a Sicilia. La misión sería ayudar al Papa y restablecer la situación, sin dejar de presentar la ardua cuestión de sus derechos. Alfonso de Nápoles abdicó en su hijo Ferrante, con la esperanza de que sus derechos fuesen mejor reconocidos, pero el poderosísimo ejército francés había podido ocupar con toda facilidad Italia en un auténtico paseo militar. Desde enero de 1495 era dueño de Nápoles, de modo que Ferrante, refugiado en Isquia, comenzaba la recluta de mercenarios. La misión encomendada a Gonzalo Fernández era, por consiguiente, puramente auxiliar: ayudarle a recobrar el trono. Llevaba consigo un ejército de hombres valientes y sufridos, veteranos de la larga contienda fronteriza ahora concluida, más eficaces en golpes de mano, asaltos a fortalezas y desgastes, que en las batallas a campo abierto. Pero como ha destacado con mucho acierto Piero Pien, contó inmediatamente con dos maestros, Próspero Colonna y Bartolomé d’Albiano que le enseñaron a transformar aquellas unidades en fuerzas estratégicas importantes. Fernando había convenido con el rey de Nápoles que, a cambio de la ayuda, este le transferiría una cabeza de puente en Calabria, con Reggio, Squillace, Cotrone, Tropea y La Amatia. De modo que las primeras órdenes a Gonzalo, llegado a Mesina el 24 de marzo de 1495, se enderezaban a la toma de posesión y defensa de este espacio. Pronto hubo de aprender la lección: el 21 de junio Robert Stewart, señor de Aubigny, le derrotó en el encuentro de Seminara. Sobre la marcha hubo de cambiar el plan estratégico: ¿Por qué no aplicar aquí los métodos que dieran tan buen resultado en Granada, esto es, tomar uno a uno sus granos? Poco a poco iban llegando a Gonzalo refuerzos de España. Poco a poco también el duque de Montpensier, a quien Carlos VIII dejara por virrey de Nápoles, veía disminuir sus fuerzas y recursos ante la táctica puramente andaluza de aquellos españoles, entre los que no faltaban representantes de todos los rincones. Al llegar la primavera de 1496 tuvieron lugar importantes acontecimientos. Primero fue la victoria en campo abierto (batalla de Layno) contra las fuerzas del señor de Aubigny. Ahora toda Calabria era suya y la cabeza de puente prometida pasaba a integrarse en la Corona española. Calabria y Malta constituían las que podían ser puntas de lanza extremas para la defensa del Mediterráneo frente a los turcos. Después sucedió que el duque de Montpensier, tratando de ganar un tiempo precioso mientras tenían lugar negociaciones entre su señor, el rey de Francia, y los titulares de la Liga, el Papa, España, Venecia, Milán y la Casa de Austria, había concentrado las fuerzas aún considerables de su ejército en Atella, construyendo un formidable campo atrincherado que los expertos calificaban de inexpugnable. Esta vez Gonzalo Fernández no tenía instrucciones concretas pero acudió en socorro del rey de Nápoles y, de pronto, llegó la noticia: aplican- Carlos VIII, rey de Francia do los métodos que aprendiera en la guerra de


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