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BOLETIN INFANTERIA MARINA 20

HISTORIA ASALTOS ANFIBIOS JAPONESES… buscando capturar pronto aeródromos en los que basar la aviación que les seguiría apoyando, sin detenerse inicialmente a consolidar las cabezas de playa para ganar en Figura 5. 44 BOLETÍN DE INFANTERÍA DE MARINA movilidad al enemigo, sin ninguna pausa operacional. Acometían briosamente al enemigo con el legendario valor militar japonés y la estricta aplicación del Bushido, sin importarles en demasía las bajas que pudieran tener. De ser necesario, para facilitar el apoyo logístico, establecían pequeñas cabezas de playa a las que intentaban englobar los aeródromos más próximos. La secuencia era de una gran agilidad táctica. Las tropas de marina solían encabezar el desembarco, seguidas de las del Ejército, hasta que, consolidadas las primeras posiciones, era éste quién asumía la dirección de las operaciones en tierra. Los marines japoneses7, de muy alta calidad, estaban especializados en tomar las posiciones iniciales que dominaban las playas, incluso con unidades especiales de paracaidistas que cooperaban magníficamente con las fuerzas de superficie, tomando anticipadamente tanto aeródromos, en los que basar aviación para apoyo a la maniobra en tierra, como puntos de paso obligado o posiciones en la retaguardia de los defensores que facilitaran la progresión hacia el interior de las fuerzas desembarcadas. La guerra contra los Estados Unidos fue decidida en octubre de 1941, al adoptar el país americano terribles sanciones económicas que llevaban al Japón al borde mismo de la inanición y le privaban de todas las materias primas que necesitaba simplemente para sobrevivir. El almirante Yamamoto –pese a ser el primer defensor en mantener buenas relaciones con Estados Unidos y evitar la guerra, porque había vivido allí y conocía su inmenso potencial industrial y organizativo-, consiguió convencer a sus dirigentes para, de decidirse por la guerra, eliminar en un arriesgado golpe de mano a toda la flota norteamericana del Pacífico o, por lo menos, dejar fuera de combate los suficientes buques para que no fueran obstáculo en la conquista y organización del cinturón defensivo que necesitaban; intuyó – como así fue – que la reacción americana consistiría en tomar una o varias islas de ese perímetro, avanzando después de isla en isla hasta poder cortarles sus vitales líneas marítimas de comunicaciones con el sureste asiático. Y eso fue precisamente lo que hicieron los japoneses del 7 al 10 de diciembre de 1941 y en los cinco primeros meses de 1942: eliminar a las fuerzas navales nortea- 7 Las Fuerzas Navales de Desembarco Especiales (Tokubetsu Rikusentai) de entidad batallón o regimiento equivalente, bien instruidas, magníficamente adiestradas y con un alto espíritu de combate. Se formaron dos en Kuré (de 1.400 hombres cada una), tres en Sasebo (entre 1.440 y 1650 hombres; con la fusión de estas tres se constituyó una de 3.250 hombres), cuatro en Yokosuka (de 750 a 850 efectivos) y dos en Maizuru (de unos 1.100 hombres), además de la 1001 Butai, asignada a la 21ª Flotilla Aeronaval, que era de paracaidistas, con unos 700 hombres: unos 12.000 hombres en total. La defensa de la isla de Betio, en el atolón de Tarawa, fue llevada a cabo por unos 3.800 japoneses pertenecientes a la infantería naval de Sasebo y batallones de construcciones navales, batiéndose con singular fiereza.


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