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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2015

TEMAS GENERALES libertad, favoreciendo las condiciones para la «globalización» que el Hombre persigue… ¿Persigue? ¿O teme? ¿O denosta? La Mar y el Hombre En toda edad y en todo continente han surgido grandes civilizaciones. Unas, la China de los Han (Yangtsé y Hwang-ho), la India del Veda (Indo), el Egipto de los faraones (Nilo), la Mesopotamia (Tigris y Eúfrates) cuna de Sumer, Babilonia, Asiria... se desarrollaron a la orilla de caudalosos ríos, y fueron grandes. Algunas, Hatti en Anatolia, Caral en la falda andina, la Etruria mesoitálica, la Celta centroeuropea… lo hicieron en lugares del interior, y fueron de paso efímero. Otras, Minoica, Micénica, Helénica, Fenicia… tuvieron su desarrollo a orillas de la mar; y estas dejaron, más allá del peso y duración de sus imperios, huella que aún hoy les sobrevive, pues están en la raíz de nuestra cultura occidental. Según la Filosofía de la Historia de Toynbee, las civilizaciones no surgen y mueren por azar, pero tampoco están predestinadas por la raza o la geografía: es la reacción de los grupos humanos ante las dificultades —estímulos les denomina él— en el lugar y el tiempo en que se producen, lo que las hace nacer y crecer, o estancarse, o agostarse y finalmente morir. Pues bien, si las nacidas en los ríos crecieron y fueron grandes, pero se estancaron por largos siglos, si las nacidas en algunos otros lugares del interior no dejaron huella notable, y, por el contrario, si las nacidas en el extremo oriental del Mare Nostrum, talasocracias, de algún modo no han muerto, pues, viajando hacia el oeste, hacia el océano, han renacido en las que su relevo tomaron, ¿será la Mar una suerte de catalizador de reacciones ante los estímulos? Ninguna civilización como la griega utilizó la mar para su expansión; Roma le sucede y, potencia terrestre como era, del Mediterráneo hizo la mejor 48 Julio


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