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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2015

TEMAS GENERALES conde Jean de Laborde, por todos conocido en la Marina como le compte Jean. Con 64 años, De Laborde había estado a punto de pasar a la reserva, pero los desembarcos norteafricanos aconsejaron confirmarle en su puesto. Pionero de la Aeronáutica Naval y con una brillante carrera, el almirante tenía una mala relación con Darlan pues, siendo más antiguo, fue este el nombrado, primero, jefe de Estado Mayor, y después, almirante de la Flota. Enérgico, colérico incluso, Mers el-Kebir le provocó una furibunda anglofobia. El almirante arbolaba su insignia en el acorazado Strasbourg, un magnífico barco de más de 26.000 toneladas, con un armamento principal de ocho cañones de 330 mm montados en dos torres proeles cuádruples, similar a los británicos tipo Nelson. Además, integraban la Flota de Alta Mar los cruceros pesados Algérie, Dupleix y Colbert, los cruceros ligeros Marsellaise y Jean de Vienne y trece destructores. Mandaba los cruceros el vicealmirante Lacroix, asumiendo personalmente el mando de los cruceros pesados que conformaban la primera división; los dos cruceros ligeros formaban la segunda división, al mando del contralmirante Blehaut. Por último, los destructores de la Flota de Alta Mar estaban encuadrados en la Tercera Escuadra Ligera, al mando del contralmirante Negadelle. El segundo grupo de unidades dependía del vicealmirante André Marquis, prefecto marítimo de Tolón, y estaba compuesto por el viejo acorazado Provence, el transporte de hidroaviones Commandant Teste, seis destructores y ocho submarinos. Un tercer grupo, también dependiente del almirante Marquis, era el formado por los barcos en custodia por el armisticio: el acorazado Dunkerque, gemelo del Strasbourg, el crucero pesado Foch, el ligero La Galissonniere, catorce destructores y diez submarinos. Muchos de los buques de Marquis estaban siendo sometidos a reparaciones, sus dotaciones estaban muy reducidas y carecían casi por completo de combustible. A esta fuerza naval había que añadir un número considerable de avisos, cañoneros, patrulleros, dragaminas, buques auxiliares y un más que nutrido tren naval. A las 06:00 del 11 de noviembre, el almirante Auphan, infructuosamente empeñado en lograr de Pétain un giro radical en su política de guerra, envió un teletipo al almirante Marquis, al que, entre las amplias atribuciones que como prefecto marítimo tenía encomendadas, le correspondía la defensa terrestre de la base y de su zona de influencia, dándole instrucciones para el momento en el que los alemanes llegaran a Tolón: «Evitando cualquier derramamiento de sangre, debe oponerse a la entrada de tropas alemanas en cualquier dependencia de la Marine Nationale y, sobre todo, tiene que impedir la apropiación de cualquiera de los barcos allí surtos, negociando y tratando de llegar a acuerdos y, en el supuesto de no alcanzarlos, hundir los barcos». Como ya se ha dicho en entregas anteriores, en ese mismo sentido Darlan, el 24 de junio de 1940, había dado la orden a los jefes de las fuerzas navales de hundir sus barcos antes de que estos cayeran en manos de alemanes o italia- 8 Julio


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