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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 126

EL PRIMER PAQUEBOTE A LAS INDIAS (1764) disturbios, López despidió a los marineros disconformes con los requisitos estipulados para el viaje, así como a una parte de los amotinados. Todos ellos partieron para Bilbao, la mañana del 6 de octubre, a bordo de un patache. Por otra parte, el administrador coruñés comunicó a sus superiores las desavenencias existentes entre los propios capitanes, quienes se echaban la culpa mutuamente de instigar las revueltas. Este fue el caso de José Merino, el elegido por los directores de la Renta para comandar el Cortés. Pero, en vista de los alborotos que había causado, ni José Antonio López ni el marqués de la Croix estaban dispuestos a poner en sus manos el paquebote. Merino se justificó aduciendo que había adoptado una actitud levantisca violentado y forzado por los otros capitanes, que le habían amenazado con quitarle la vida si no lo hacía. Sin embargo, a despecho de estas disculpas, fue por último sustituido por Álvaro de Castro (35). Una vez controlados estos disturbios y afianzado el orden tras el despido de algunos marineros y el cese de Merino, López centró sus energías en preparar al paquebote para su viaje. El 31 de octubre de 1764 todo estaba dispuesto para que la primera expedición americana de correos iniciara su periplo. De modo que, si el tiempo lo permitía, al día siguiente el Cortés se haría a la mar. Esa noche, López informaba de que el viento no era muy favorable, pero puntualizaba que las previsiones apuntaban a que la jornada amanecería con tiempo propicio para la travesía (36). Sin embargo, esa noche ocurrió otro contratiempo que, una vez más, hizo peligrar la partida de la expedición. El nuevo capitán, Álvaro de Castro, se negó a que pasaran a bordo los funcionarios de Correos, a los que conminó a que se retirasen a su alojamiento porque no saldrían hasta dentro de tres o cuatro días. Para justificar su insubordinación, se escudaba en que el tiempo era adverso. Dos de los destinados a Indias, Pedro Antonio de Cosío y Domingo Antonio López, le advirtieron de que, si el marqués de Grimaldi se enteraba de que «por su culpa se detenía el paquebote un día más en este puerto, lo haría ahorcar, y de que era mucho atrevimiento oponerse a sus órdenes» (37), a lo que De Castro respondió que «ni el rey ni todos los ministros del mundo se lo mandarían ni harían que saliese hasta que el tiempo fuese más a propósito » (38). Cuando López se disponía ya a buscar soldados para arrestar al capitán, De Castro se retractó de lo dicho. El administrador López, ansioso por que se formalizara de una vez la salida del paquebote a la mañana siguiente, aceptó su arrepentimiento y pasó por alto su insubordinación. Solventado el último contratiempo, el administrador coruñés, junto a los empleados de Correos comisionados a América, embarcaron la misma noche del 31 de octubre. López se mantuvo a bordo hasta que el barco zarpó. Había logrado solventar sobre la marcha todos los inconvenientes sobrevenidos y (35) Ibidem, 13 de octubre de 1764. (36) Ibidem, 31 de octubre de 1764. (37) Ibidem. (38) Ibidem. Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 83


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