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MEMORIAL INGENIEROS 91

MEMORIAL DE INGENIEROS N.º 91 90H I S T O R I A En la madrugada del 7 de junio de 1930 y a bordo del buque Brompton-Manor, llegaron al puerto de Cartagena, procedentes de Barrow (Inglaterra), las dos primeras piezas de 381 mm Vickers de las adquiridas para esta base naval, acondicionándose sendos espigones en las ensenadas de Portmán y Mazarrón; en la primera, sobre el que ya ha-bía construido, y en la segunda, se construyó uno nuevo en La Azohía, para depositar el material desembarcado6. En cuanto a los materiales de 152,4 y 105 mm, de costa y antiaéreos respectivamente, se convino con la firma británica su fabricación en España, encargándosela a la Sociedad Española de Construcción Naval, que la llevó a cabo en sus instalaciones de San Fernando (Cádiz) y Reinosa (Santander). Una vez instalado el material de 381 mm y el de 152,4 cm, que se simultanearon, quedó la costa artillada según el proyecto redactado por la Junta de Defensa y Armamento de la plaza. Más tarde, una potente y bien coordinada defensa antiaérea del conjunto, con material Vickers de 105 mm, completó el despliegue de la defensa, cuyo material fue recepcionado el 12 de mayo de 1933 para las cuatro baterías que se instalarían en los asentamientos construidos en Monte Roldán, Cabo Negrete (Portmán), Atalayón (Cabo Tiñoso) y El Conejo (Escombreras). El 28 de mayo de 1934, la batería de Las Cenizas lle-vará a cabo las pruebas oficiales de fuego, en presencia del ministro de la Guerra Diego Hidalgo, lo que marcará el comienzo de una etapa de renovación en el Ejército español. Todavía, y como consecuencia de los temores que inspiraba la situación internacional en el Norte de África, se ordenó la construcción de dos nuevas baterías antiaéreas con igual clase de material procedente de Ferrol, y tras un estudio de 1935 se eligieron asen-tamientos en Sierra Gorda y Los Dolores. Hoy día, desnuda de cañones, toda esa fortificación representa el ingente esfuerzo que realizaron los ingenieros y artilleros de aquella época para llevar adelante los proyectos que exigía un buen artillado con dirección de tiro, iluminación de sectores, transmisio-nes y puestos de mando. Estuvo en servicio durante más de cincuenta años y consti-tuye una parte del patrimonio histórico que es preciso conservar como ejemplo de una singular arquitectura militar defensiva. La singularidad de su arquitectura Los ingenieros desplegaron en estos años una actividad incesante, ya que a los proyec-tos de construcción de los caminos de acceso a las posiciones –indispensables para el acopio de materiales de construcción y del material de cada una de las diez baterías que integraban el plan de artillado–, sucedieron sin solución de continuidad los de des-monte, explanación y obras, así como el de artillado en coordinación con los artilleros. Es de destacar en estos trabajos de fortificación la sensibilidad y el buen gusto de los ingenieros, al incorporar a sus proyectos la influencia de los estilos historicista y moder-nista, que desde principios de siglo estaban presentes en algunos edificios de la ciudad capitalidad de la base naval, todo ello sin perder de vista los condicionamientos milita-res exigibles en una arquitectura defensiva, jugando con las líneas y el volumen de los edificios para aprovechar el necesario camuflaje que la naturaleza ofrece7. Si bien todos los proyectos redactados por la Comandancia de Ingenieros siguieron unas líneas generales, en algunos destacan determinadas singularidades, cuyo estado actual presentamos en soporte fotográfico acompañando a este trabajo. Lo podemos resumir así: •  El acceso a la batería de Cenizas está franqueado por un pórtico de estilo ma-ya- tolteca inspirado en el templo de los guerreros que existe en las ruinas de


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