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MEMORIAL INGENIEROS 94

MEMORIAL DE INGENIEROS N.º 94 80HISTORIA Dictamen que Juan Andrea Doria dio a Felipe II en 3 de octubre de 1576 sobre la fortificación de Cartagena. «S. C. R. M. = En cumplimiento de la orden que V. M. ha mandado darme por instrucción, he visto y considerado muy particularmente el sitio de la ciudad de Cartagena y la fortificación que se ha empezado a hacer en ella, y asimismo la montaña de las Salinas a donde parece que algunos son de parecer que se podría y debería hacer una fuerza, y ni más ni menos he visto y considerado la traza que tiene diseñada el Fratin hubo dos Fratinos, hermanos, ambos ingenieros en tiempo de Carlos y Felipe II de cerrar dentro de los cinco montes que sobrepujan a la dicha ciudad. Y en cuanto a la fortificación que está empezada, me parece que es tan poco al propósito y que es de tanta importancia el quedarse como quedan fuera de ella tres de los cinco montes que arriba se dicen, que en ninguna manera no se debe pasar con ella más adelante. El monte de las Salinas como es altísimo sin que ningún otro le sobrepuje, y es todo peña, tiene muy buen sitio para hacer allí una muy buena fuerza, la cual después de hecha se podría guardar y defender muy bien con cuatro mil hombres; más por el contrario viene a ser tal el monte, que se podría muy fácilmente cercar con ocho o diez mil, que lo tengo por de muy grande inconveniente, porque aunque no es de creer que vendrá nadie a intentar con tan pocas fuerzas una plaza de esta calidad y puesta casi en el riñón de estos reinos, todavía sería harto, pero si acudiese el enemigo con muchas, y dejando sobre ella la parte que pareciese, fuese con lo demás a encontrar los socorros que se pudiesen enviar a la dicha plaza o a procurar de ganar a otros lugares o a otros efectos a que el tiempo y la ocasión le pudiese abrir la puerta. Este monte queda tan lejos de la ciudad que no la puede defender en ninguna manera; y así como V. M. no debe tener intención de hacer allí dos fuerzas ni hay para qué hacerlas, así se debe tener entendido que haciéndose la del monte de las Salinas se habrá de dejar la de la ciudad, de lo cual resultará que quedando ella abierta, será saco a quien la quisiere robar, y así se irá poco a poco deshabitando con perjuicio del comercio que allí hay al presente, el cual, aunque no es muy grande, todavía por lo que podría crecer con el tiempo es de tener en alguna consideración; y porque no deje de perderse no bastará la fuerza del monte, pues siendo tan alta y el monte tan áspero, no puede en alguna manera ser al propósito para el dicho comercio, aunque se pasase a habitar en él la gente de la ciudad, que lo tengo por cosa muy difícil. Y si para remediar esto se resolviese no obstante la fuerza del monte y tener también a la ciudad con la fortificación con que esta agora, yo no la tendrá tampoco por acertada resolución, pues que habiendo los defectos que hay en ella y señoreándola tanto los tres montes que quedan fuera, es cierto que no podría resistir a fuerzas reales si asentasen sobre ella, y se perdería fácilmente sin que la pudiese defender la fuerza del monte por quedarle como está dicho muy lejos; y así entendiendo que la intención de V. M. y lo que conviene a su Real servicio es que se guarde, si puede ser, con una sola fuerza el puerto y la ciudad, soy de parecer que se deje aparte el diseño de fortificar el monte de las Salinas y que se fortifique la ciudad de la forma y manera que tiene diseñada el Fratin, abrazando y cerrando dentro todos los cinco montes que la pueden ofender, pues que de esta manera se defenderá el puerto y la ciudad con una sola plaza, y no dejará de ser


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