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MEMORIAL INGENIEROS 94

MEMORIAL DE INGENIEROS N.º 94 82HISTORIA Y pues en esta provisión de vitualla está entendido que demás del bizcocho y harina ha de entrar también algún trigo, se acuerda que será necesario no solamente proveerle de muchos molinos de a brazos, pero que también se habrán de mandar hacer todos los que se pudieran de viento. Parecerá por ventura que con ser mucho mayor el rodeo de la dicha fortificación que no es de la montaña de las Salinas, será asimismo mucho mayor la costa y será menester más tiempo para acabar la que no iría a la otra, y no es así, porque con ser el monte más lejos de la ciudad y mucho más alto, es cierto que con más dificultad y mucho más costa se subirán allí los materiales y todo lo necesario que a la otra parte que cae más cerca y más cómoda. Tras esto en el monte no hay cosa ninguna principiada ni aparejada y se habría de hacer todo desde el fundamento, la fuerza, cisternas, magazenes, habitaciones y todo lo demás necesario, y a la otra podrá ayudar alguna parte de la fortificación que está hecha, y vendrá a la mano la tierra de ella para terraplenar lo que fuere menester, y se puede hacer caudal de muchos pozos que hay en la ciudad: habitaciones las hay y podrían con esta fortificación y ampliación de la ciudad, concediéndoles alguna exención y gracias, crecer mucho; y a mi parecer convendría procurarlo con gran diligencia, porque cuanto más poblada fuere, tanto menos gente se le habrá de proveer si se ofreciese la ocasión y la necesidad. Magazenes, aunque se habrán de hacer algunos, todavía vendrá mucho más cómodo y será mucho más fácil hacellos allí que en el monte. Más digo que aún después de hecha costará por ventura también menos el conservarla que la del monte, por causa de que no habiendo allá ninguna habitación ni pudiendo tener esperanza que los de la ciudad se pasen a habitar allí, será menester tenerle de ordinario gran presidio que en la ciudad por ser poblado se excusará, y costaría asimismo el subir allá tanta cantidad de artillería, munición y vitualla como se habría de tenerle siempre, y no costaría menos el bajarla, demás de la dilación que causaría el despacho de las galeras y otros navíos que la hubiesen de llevar a alguna parte, que aunque parece que puede importar poco la dilación de un día o de dos más o menos, puédese ofrecer ocasión que la de pocas horas la haga perder al armada de V. M. de hacer muy grandes y buenos efetos; y así concluyo que, a mi parecer, será de mucho más servicio y reputación y no de más costa el fortificar a la ciudad que al monte, y no será la fuerza menos segura si se tiene cuidado de proveerla a su tiempo como conviene, y será también mucho menos difícil de socorrerse, ni se tardará más, antes menos, en acabarse que la del monte. Todavía yo me remito al parecer de otros que lo entenderán mejor y a lo que V. M. enviare a mandar, que será lo más acertado. Cuya Católica Persona guarde Dios.- Datum en Madrid a 3 de octubre de 1576» (26). Y cuando en abril de 1575 la visite de nuevo don Juan de Austria, y Juan Andrea Doria en 1587, parece ya estar toda terminada. Pero nada más revelador de esta situación que la Descripción de Cartagena y su Puerto hecha en el año 1584 por Gerónimo Hurtado en el último tercio del siglo xvi, al decir en lo relacionado con su estado de defensa lo siguiente: «Cartagena es ciudad en el Reino de Murcia, que cae en una parte de la provincia llamada Bética; está hacia el mediodía a la ribera del mar mediterráneo, tan cercano a ella que en las plazas más principales bate el mar, y si no lo estorbasen las murallas de tierra, que de pocos años acá se han hecho, bañarían las plazas, como yo lo vi muchas veces, especialmente cuando corren vientos meridionales.


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