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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

ALEJANDRO N. BERTOCCHI MORáN Rivera, al mando de las fuerzas sutiles, ataca las baterías del muelle. En esta acción verá cómo le echan a pique la lancha desde la que dirigía el ataque, y a las pocas horas experimentará idéntica suerte, aunque por último, ya a la caída de la tarde, embarcado en un bote y dirigiendo las operaciones, logra desmontar la batería principal del muelle, compuesta de ocho cañones de a 24. A fines de ese mismo mes de marzo regresa a Montevideo para reparar averías y reponer víveres; luego, saldrá en comisión para el janeiro. En agosto siguiente está de retorno en la capital de la Banda Oriental, donde permanecerá hasta el 5 de marzo de 1813, cuando, otra vez al mando de la Mercurio, zarpará para Lima a desempeñar una comisión importante cerca del virrey del Perú. Regresa a Montevideo el 28 de febrero de 1814 con 300.000 pesos fuertes para las atenciones del servicio, después de haber verificado un viaje de ida y vuelta extremadamente expuesto, tanto por el mal estado de la corbeta —casco, aparejo y demás— como por los temporales que padeció, lances que solventó merced a su destreza en la maniobra. Al mes siguiente salió con el buque de su mando y una división naval también a sus órdenes a socorrer a la del capitán de navío don jacinto de Romarate. Pero, como quiera que esta había penetrado en lo interior del río Uruguay, adonde las embarcaciones que mandaba, por su calado, no podían llegar, Primo de Rivera opta por retornar a Montevideo. Desarmados sus buques, pasa con sus dotaciones a prestar servicio en las baterías de la plaza, desde donde participará en su defensa. Hecho prisionero tras la rendición, es conducido a los fuertes de la frontera, de donde logra fugarse en marzo de 1815, disfrazado de marinero y embarcado en una fragata inglesa con la que pasa al janeiro. De allí arribará a Lisboa, desde la cual, por último, pasó a Madrid, donde se le permitió residir, siendo nombrado el 21 de diciembre de 1816 ayudante del decano del Consejo del Almirantazgo. Con objeto de someter a la obediencia del gobierno español las provincias del virreinato del Río de la Plata, se reunió en los alrededores de Cádiz un cuerpo de ejército bien pertrechado al mando del conde del Abisal, y para escoltarlo, conducirlo y auxiliarlo en sus empresas se aprestó una escuadra bajo las órdenes de don Francisco Maurell. Primo de Rivera fue nombrado mayor general de esta escuadra y comandante de sus fuerzas sutiles (12). Fue promovido a capitán de navío el 12 de agosto de 1819. Siguió ejerciendo ambos cargos embarcado en las fragatas Ligera y Pronta y en el navío Numancia. Sin embargo, a principios de 1820, ya lista la expedición, el comandante del 2.º Batallón de Asturias, Rafael del Riego, se subleva en Las Cabezas de San juan, secundado por otros cuerpos del ejército expedicionario. La fuerza insurgente, avanzando por Andalucía sin tropezarse con mayor resistencia, (12) La elección no pudo ser más acertada, puesto que, conocedor y práctico de aquellas costas, había dado además en ellas pruebas inequívocas de su bravura y diligencia marinera. 106 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 124


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