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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

EL TENIENTE gENERAL DE LA ARMADA DON JOSE PRIMO DE RIVERA y SU ... invasiones inglesas hasta la capitulación de Montevideo en 1814 son fiel reflejo de lo señalado. La unidad territorial de la zona que imperó bajo el domino español, fraguada desde la fundación de la gobernación platense, con aquella primera jefatura política enclavada en las frondosidades de la selva paraguaya (15), jamás se logrará recomponer. y ello a pesar de los desvelos al respecto de los grandes caudillos hispanoamericanos, que encabezaron procesos que, más que guerras de independencia, fueron enfrentamientos fratricidas, es decir, guerras civiles. A la documentación nos remitimos. Lo cierto es que Primo de Rivera desembarcó en el virreinato cuando este acababa de ser sacudido por graves acontecimientos —las invasiones inglesas— que lo habían despertado de una siesta de siglos (16). La crisis peninsular de aquel año de 1809, cuando la corbeta Mercurio echaba el ancla en Montevideo, se proyectaba hacia el Cono Sur. En esa hora, el sistema disuasorio articulado por la Real Armada en torno a la bahía de Montevideo, con el establecimiento del apostadero en agosto de 1776, mostraba patentes indicios de debilidad. El poder material de la Real Armada, en el que se sustentaba el control sobre aquellas tierras, se hallaba en el momento más bajo de su historia tras las debacles ya reseñadas, a las que debemos agregar, por si fuera poco, el desastre de Trafalgar. Entrando en un análisis mayor, la generalidad de los historiadores platenses convienen en que las invasiones inglesas (17) fueron el primer paso en el camino hacia la independencia de la región. Tales historiadores sostienen la tesis de que los criollos, en virtud de las invasiones de marras, advirtieron la debilidad del dominio hispano y comprobaron las bondades del sistema colonial británico; además, entienden que el rechazo armado al invasor inglés fue obra casi exclusiva de fuerzas locales, juicios superficiales que parecen traídos de los pelos a fin de forjar a toda prisa una conciencia nacional. Todas estas aseveraciones tienen un sustento endeble. Lo cierto es que las Invasiones carecen de entidad propia y son un capítulo encuadrable en el conflicto entre Gran Bretaña, por un lado, y España y Francia por el otro, aunque retrospectivamente nos parezcan un doloroso prólogo del juntismo posterior (18). Es más: incluso los movimientos juntistas americanos de los años 1808 y 1809 van (15) Asunción del Paraguay fue fundada el 15 de agosto de 1537 por juan de Salazar. En 1618 Felipe III fija en la ciudad la gobernación del Río de la Plata, siendo Diego de Góngora nombrado a tal efecto. En 1776 Carlos III crea el virreinato, basando su capital en Buenos Aires. El mariscal Cevallos fue el primer virrey. (16) El Río de la Plata se había visto libre de intrusiones extranjeras. Solo es de reseñar la injerencia portuguesa. (17) Desarrolladas entre junio de 1806 y septiembre de 1807. (18) La historia debería echar mano con más frecuencia de la economía. Se afirma que la presencia inglesa en el Plata abrió los ojos de los americanos a las bondades del «comercio libre», cuando la misma Gran Bretaña acababa de perder sus Trece Colonias a causa de su pesado sistema colonial impositivo. Podemos afirmar que la incursión británica tuvo una raíz económica y su designio fue únicamente abrir el comercio sudamericano a su incipiente industria, muy afectada por el bloqueo continental napoleónico. Más de cien mercantes acompaña Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 113


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