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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

EL TENIENTE gENERAL DE LA ARMADA DON JOSE PRIMO DE RIVERA y SU ... Courcy, con sus buques, arribaría al punto al Plata, para intentar una mediación y, de paso, abrir el comercio británico con la costa bonaerense (31). Este giro en la posición británica provocó un serio choque entre Primo de Rivera y Ramsay ya el día 16 de ese mes, frente a la misma rada de Buenos Aires: «Ramsay quedó, pues, accidentalmente en el puerto en lugar de Elliot y a los pocos días se produjo el primer incidente serio con los españoles. Habiendo estos detenido a un bergantín inglés, Ramsay fue a anclar con su pequeña goleta Mistletoe por el través de la poderosa Mercurio, fondeada en rada exterior, y se transbordó a esta con un intérprete. Trabose en discusión acalorada con el comandante, protestó del bloqueo, que calificó de arbitrario, pues Montevideo no tenía derecho a cerrar el tráfico del Plata a Inglaterra, aliada muy principal de España contra Napoleón, y agregó que, fuese cual fuese el resultado, emplearía la fuerza, llegado el caso, en defensa de sus derechos. Tan resuelta actitud hizo ceder al jefe español, temeroso de un conflicto con las fuerzas británicas. El bergantín detenido fue devuelto, quedando de hecho levantado el bloqueo» (32). Este es el vidrioso contexto en que Primo de Rivera se vio inmerso y en cuyo marco hubo de tomar sus controvertidas decisiones. Es de señalar que, atento a este incidente con los ingleses, Salazar desaprobó el proceder de su subordinado, aunque desde nuestra óptica actual deberíamos preguntarnos qué rumbo tendría que haber tomado el algecireño, enfrentado como estaba a tamaña disyuntiva. Debemos entender lo poco factible del servicio que se le asignaba: un bloqueo que debía ejecutarse frente a una costa enteramente hostil, sujetos los buques a las inclemencias del clima platense, buques que además debían navegar sin descanso y, por si fuera poco, sin poder revisar los mercantes británicos, los más numerosos dentro del tráfico del puerto bonaerense. «Aunque nada dijera en su despacho del día siguiente sobre el incidente con la Mistletoe, expresaba su decisión de reemplazar a Primo de Rivera, quien: “desde el principio no fue de mi opinión en el modo de hacer el bloqueo a Buenos Aires, y que a pocos días de estar en él me representó que se hallaba enfermo, lo que sentí infinito porque tiene conocimiento y tino para desempeñarlo y por lo que su venida podía influir en tan delicadas circunstancias en oficiales, soldados y marineros, porque el recurso de decir que se está enfermo es una mina inagotable para los que huyen del servicio”. A raíz de ello, había tratado de persuadir al capitán de que continuase en su mando, pero su insistencia lo ponía en el caso de reemplazarlo. y en el último párrafo (31) No obstante —todo hay que decirlo—, para entonces los comerciantes porteños, a despecho de los buques del apostadero montevideano, habían eludido repetidamente el bloqueo, aprovechando la abrupta orografía del Río y sus pésimas condiciones meteorológicas en primavera. (32) Ibidem, p. 44. Año 2014 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 119


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