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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2016

TEMAS PROFESIONALES que era muy costoso en términos económicos, humanos y materiales, generaba una enorme fricción tanto dentro como fuera del Pentágono y tampoco prometía las victorias claras y resolutivas que demanda la clase política y la opinión pública (9). Y es que a medida que dilataba la presencia militar estadounidense en Afganistán e Irak, Washington no solament iba comprendiendo los peligros que entrañan los cambios de régimen por la fuerza, los costes de las actividades de construcción nacional o el poco glamur que tienen las labores de ocupación y lucha contra la insurgencia, sino también la volubilidad de su opinión pública, la influencia de los medios de comunicación y las redes sociales para condicionar la acción gubernamental o la incompatibilidad entre los ciclos políticos propios del juego democrático del país y los tiempos necesarios para explotar las líneas estratégicas trazadas por la élite militar. Aunque la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca motivó el primer alejamiento de este modelo —tal y como lo atestiguó la preferencia del líder demócrata por los ataques con drones, las operaciones antiterroristas, la transferencia del poder a las autoridades locales o la progresiva retirada de fuerzas de ambos escenarios—, fue la eliminación de Osama Bin Laden el factor que permitió cerrar la Guerra contra el Terror y sustituir este enfoque a la transformación por un nuevo modelo de seguridad y defensa. Motivado por la coyuntura doméstica e internacional de la posguerra contra el terror y articulado en oposición al anterior, este modelo, que empezó a materializarse en 2012, contiene las lecciones que Washington ha aprendido tras dos largas guerras y que se basa en el retorno al patrón tecnocéntrico que tan integrado se halla en el ADN militar estadounidense para emprender un nuevo proceso de innovación militar susceptible de desembocar en una nueva RMA. Afganistán e Irak han expuesto las limitaciones intrínsecas de la tecnología, revelado las debilidades del nuevo estilo americano de hacer la guerra y moderado las proclamas transformadoras de la década anterior. Sin embargo, también han permitido madurar las tecnologías revolucionarias, como el armamento inteligente, los sistemas no-tripulados o la cibernética, consolidar el sistema de sistemas y explotar nuevas formas de combatir y concebir las operaciones conjuntas en las dimensiones terrestre, aérea, naval, espacial y cibernética e identificar al soldado como el eslabón más débil de su maquinaria bélica. Sin embargo, mientras Washington consolidaba este cambio en la forma de combatir, las tecnologías vinculadas con esta revolución se difundían globalmente, su acceso se democratizaba y numerosos países emulaban el paradigma militar estadounidense, intentaban asimilar la revolución y adaptarla a sus necesidades o concebían medidas para acabar con la superioridad (9) KAPLAN, Fred (2013): The Insurgents: David Petraeus and the Plot to Change the American Way of War, Nueva York, Simon & Schuster. 2016 101


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